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997. Miércoles, 20 julio, 2007

 
Capítulo Noningentésimo nonagésimo séptimo: "Es terriblemente triste que el talento dure más que la belleza" (Oscar Wilde, 1854-1900, dramaturgo y novelista irlandés)

Si analizamos un poco el asunto, y aunque habrá tantos casos particulares como personas, podíamos resumir el tema diciendo que -basicamente- existen dos procedimientos para mantener una relación medianamente larga con la misma persona.

El primero es casarse con ella; es sumamente sencillo si se muestra conforme, lo que suele depender de una cosa muy simple: que se enamore o no de nosotros. Una vez salvado ese pequeño detalle el resto viene sólo. Incluso con los padres se ha puesto mucho más fácil que antes: ahora en cuanto uno insinúa sus intenciones le abren emocionados los brazos y con una rapidez un poco sospechosa, te lo adjudican, dándote a entender, poco más o menos: “toma, majo, te ha tocado; para ti para siempre. No se admiten cambios ni devoluciones. Que el señor te ampare”. Esta solución está bien vista por todo el mundo y es la que más se ha llevado hasta ahora.

El segundo sistema es más complicado y su éxito depende de muchos imponderables. Hay que convencerla (a la pareja digo) de que somos unos tipos fenomenales, de que nos resulta imposible vivir si ella, pero que no podemos casarnos porque ya estamos casados, porque nunca has creido en instituciones decadentes, porque los jueves y sábados roncas, o por lo que sea. Son de gran ayuda en estos casos los detalles espirituales: un día se le regala una rosa; otro día, un ipod de 80 gigas, si es preciso un descapotable, y ella, en algunos casos, se aviene a razones. No es un método seguro, como es natural, pero es menos comprometido que el matrimonio y, aunque a primera vista no lo parezca, resulta también mucho más barato.

Cualquiera de los dos métodos tiene pocas (muy pocas) ventajas y muchos (pero muchos) inconvenientes. Lo que no acabo de entender es por qué la mayoría de la gente nos empeñamos en tener pareja cuando nuestro subconsciente, ninfocleptómano de toda la vida, nunca va a poder hacerse a la idea de tener que conformarse con una sola; esto hace que miremos a los demás, especialmente a los individuos más jóvenes y guapos, con la nostalgia que producen los caminos no andados y con un amargo sentimiento de frustración. Algo que, a la fuerza, tiene que traernos problemas. Tantos hombres y tan poco tiempo.


... el desfase de la tierra