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1030. Martes, 11 septiembre, 2007

 
Capítulo Milésimo trigésimo: "Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema" (Winston Churchill, 1874-1965, político británico)

De casualidad en una revista (el aburrimiento es muy malo) me encuentro descifrado uno de los secretos mejor guardados del universo femenino: la traducción a esa tópica respuesta que la mayoría de mujeres dan cuando les preguntan cómo tiene que ser su hombre ideal.

Una pregunta a la que suelen contestar casi todas lo mismo: que tenga buen carácter, que sea inteligente, divertido y buena persona. Y si les aprietas mucho las tuercas, añaden que el físico les da igual y el dinero que tengan, también. Están mintiendo.

Según la revista, -autodeclarada femenina para más señas- (y no según yo, analfabeto funcional de tan ininteligible mundo), lo que la mayoría de las mujeres están diciendo con su contestación no es lo que afirman sino algo bastante más complejo. Para la mayoría su hombre ideal es:

".. un hombre que te mire como si estuviera ante una mujer tan mujer que ya jamás podrá mirar, lo que se dice mirar a ninguna otra, y es más, ninguna otra melena, culo, boca, manos, cintura, será ya objeto de su atención, ni siquiera en situaciones de máximo riesgo. Pero, desde luego, no es sólo cómo te mira, es lo que te dice cada mañana al despertar, porque ya nunca jamás te despiertas de mal humor, con pesadillas o jaquecas, sino dispuesta a recrearte en su voz y desperezarte vivaracha para correr a apoyar la cabeza en su hombro; entonces él susurra cada, cada, cada mañana las palabras de amor más encantadoras. Y nunca se repite, siempre es original, coherente, masculino, apropiado, cariñoso y divertido. Te lee los silencios y adivina siempre, siempre, siempre lo que te ocurre. Allí está él para aliviar la carga de la incomprensión o la contrariedad. Él es tu vitamina C y tu psiquiatra. Tu más perfecta fantasía erótica y el rey del bricolage. Tu futurólogo y el mecenas que impulsará tu vena creativa. Por supuesto, nunca ve el fútbol, lo abomina. Sus amigos son joyas de la humanidad, en el buen sentido: te traen flores, perfumes de Nueva York, y se van siempre cuando a ti te apetece. Entonces, él te arrastra pero suavemente, sobre la alfombra, hasta el reino del mucho sexo con mucho amor, y agotas los sentidos. Jamás duerme después de, los conciertos con bis dejan mejor sabor para emprender un paseo bajo las primeras estrellas, o una lectura reposada con un poco de jazz; Chet Backer, por ejemplo. El anochecer acompaña al humo de los secretos. Él escucha lo más íntimo de ti para compartirlo de veras, llegar a lo más profundo de tu identidad, y, lejos de utilizarlo o decepcionarte, crece su amor. De compromiso te habla cada día, pero muy fluido, sale sin preverlo, y para corroborarlo ahí están los pequeños detalles, a veces un "post-it" con un mensaje en el espejo del baño; otras esas gafas de sol que te hacían tanta gracia..."

Teniendo en cuenta que para la mayoría de los hombres, en cambio, la mujer ideal es aquella que esté buena, que sea dócil y obediente, que piense en ellos las 24 horas, incluso cuando duerme, y que nunca olvide que él es dios, no me extraña que el asunto de las separaciones y de los divorcios ande como anda.

¿Cuándo se van a dar cuenta de que la asociación entre hombres y mujeres es algo completamente antinatural? Y sobre todo, ¿cuántas pruebas más harán falta para comprender el error de seguir manteniendo como lógico tan artificial -y absurdo- sistema? Luego dicen que pasan cosas.