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1042. Jueves, 27 septiembre, 2007

 
Capítulo Milésimo cuadragésimo segundo: "La edad adulta es cuando te has encontrado con tanta gente que cada nueva persona te recuerda a otra" (Frederic Ogden Nash, 1902 - 1971, poeta norteamericano)

Andaba yo dudando entre hacer lo que el rapero P. Diddy, autodenominado chico - malo - de - por - vida, que para celebrar su 33 cumpleaños se gasto un millón de euros en los cinco días que duro la fiesta que organizó en Marruecos y a la que llevó en aviones Learjet a sus más íntimos allegados.

O también hacer lo que Elton John cuando cumplió los 50, que se gastó más de 400.000 euros en una merienda a la que se presentó vestido de Maria Antonieta embutido en un traje plateado que costaba 70.000 euros y que -por su manía de ponérselo en casa- tuvo que ser trasladado a lugar donde se celebraba, la otra punta de la ciudad, subido en el remolque de una camioneta.

O hacer algo más sencillito, como la que organizó un emperador romano, Heliogábalo, que para celebrar su cumpleaños hizo una entrada triunfal en Roma en un carro tirado por cien mujeres desnudas. Adaptándolo a las circustancias, claro, que eso de tanta mujer desnuda..

O incluso estuve dándole vueltas y hacer lo mismo que Malcon Forbes cuando en 1989 cumplió los 70 años y agasajó a sus 700 invitados con empanadas de pichón, tangine de pollo, 950 encantadores de serpientes, fuegos artificiales y bailes al borde del mar, en una fiesta que termino tres días después y costó más de tres millones de euros.

Y cuando ya me había decidido por hacer una mezcla de todo un poco, y tenía apalabrados los aviones privados a Marruecos, el traje de Madame Pompadour, el carro con cien bomberos desnudos, 1.243 encantadores de serpientes y los fuegos artificiales al borde del mar, van y me dicen desde recursos humanos que no, que uno no puede cogerse un par de días libres para celebrar su cumpleaños. Que eso no está en el convenio.

Y lo siento, sobre todo por vosotros que estabais todos invitados. Pero ya veis, ni el día de tu cumpleaños se les ablanda una miaja el corazón a este atajo de impresentables explotadores laborales. Luego dicen que tal.

En fin, la intención es lo que cuenta ¿no?

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