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1050. Martes, 9 octubre, 2007

 
Capítulo Milésimo quincuagésimo: ¿Por qué en una discusión cuando una persona tiene la razón hay que dársela si ya la tiene? (David H. 38 años, departamento de atención al cliente)

El ser humano en su totalidad (-también las mujeres-) ha tenido siempre interés por aprender, curiosidad por observar cualquier cosa que ocurriera a su alrededor, observar el cielo, la forma de vivir de los animales, de las plantas, el uso que podíamos hacer de ellos, cómo fabricar herramientas, conocer las reacciones de su propio cuerpo ante diferentes estímulos y enfermedades, cómo alcanzar el cielo y volar, qué tiempo iba a hacer...

La cantidad y profundidad de conocimientos -y el ansia por tenerlos- es una aspiración lógica de cualquier persona y, a pesar de que tanta información puede acabar aturdiéndonos un poco, la satisfacción de aprender algo nuevo siempre es un reto para seguir adelante y gritar que vale la pena vivir.

Vamos al lío: sal, vinagre y aceite. Para que una ensalada quede correctamente aliñada hay que seguir un estricto orden; primero la sal, después el vinagre y, lo más importante, el aceite al final para que cree una fina capa sobre los alimentos y, como consecuencia, el sabor del resto de los alimentos "resbale" sobre la susodicha capa.

Hay veces que uno se maravilla de que a estas ya tan difíciles edades, la mente siga alerta. Pero es un hecho. Y aunque me costó mucho, pero mucho trabajo, ayer pude por fin aprenderme el orden en que se debe de aliñar correctamente una ensalada.

Una pena que la satisfacción que me invade impida que me concentre hoy en mi trabajo y tenga que pasarme el día sin hacer nada.

Y no es ninguna disculpa, simplemente un efecto colateral del aprendizaje de la vida.

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