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1075. Viernes, 16 noviembre, 2007

 
Capítulo Milésimo septuagésimo quinto: El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre". (Evelyn Waugh, 1903-1966, escritor inglés)

Para entender la lógica amatoria de los kalash basta con tener a mano una calculadora. Empecemos por el principio: cuando una mujer de esta etnia se casa, su marido debe pagar al suegro una dote en la que, entre otros tesoros, se incluye alrededor de una docena de cabras.

Si la sufrida esposa pierde la cabeza por otro, el tercero deberá doblar la cuantía de la dote que, a grandes rasgos, se reparte entre la familia del la infiel y el primer marido.

En caso de que la mujer continué dándose alegrías, la dote sigue aumentando, con lo que sus ex -sobre todo el primero ya que todos los cornudos entran siempre en el reparto- se van haciendo con un patrimonio nada desdeñable que incluirá un rebaño de cabras cada vez mayor.

Conclusión: a los kalash las infidelidades le sientan estupendamente bien. O los cuernos con pan son menos. Hasta el lunes.