-   


  

1171. Viernes, 25 abril, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo septuagésimo primero: "Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad". (Julio Verne, 1828-1905; escritor francés)

La tiranía laboral que durante estos últimos días ha impuesto una brutal coincidencia entre el sagrado sacramento de escribir en el blog y una absurda (e inevitable) actividad laboral de primera hora, parece que llega a su fin. El lunes todo volverá a su sitio (espero) pero hoy ando otra vez de prestado.
"Leo en el último número de la revista francesa Paris-Match que el noventa por ciento de los niños y niñas europeos sueñan con de mayores llegar a ser top-model. No me sorprende. La Organización Mundial del Trabajo reconoció el año pasado que las dos profesiones más deseadas en el mundo eran la de parado con subsidio y modelo, por ese orden.

Leo también que la semana pasada en un colegio elitista femenino de Nueva York fue lapidada y golpeada sin piedad por sus compañeras la niña Jennifer Findelbaum cuando confesó su deseo de ser ingeniero agrónomo. Los estudiosos de la adolescencia femenina han definido esta mezcolanza perfecta entre un físico nacido para pecar y un cerebro de guardería como Generación Heidi, en clara referencia al serial japonés con el que todas ellas crecieron. Algunos moralistas aventuran que detrás de estas muchachas se esconde la crisis de valores más preocupante desde el éxito de Los Pecos, pero no es así. La nueva afición al topmodelismo encubre también bellos principios espirituales. Los psiquiatras, por ejemplo, han definido como "síndrome Madre Teresa" a la enfermedad que padecen la mayoría de las modelos internacionales aquejadas de vez en cuando por un incontrolable impulso de abrazar y fotografiarse con niños hambrientos del Tercer Mundo, sin razón aparente. El Vaticano, con cierto secretismo, ha firmado un contrato a la modelo Linda Evangelista para que practique las misiones en el mundo frívolo de la pasarela.

Uno no juzga tan pésimo el deseo de las niñas (y de algún que otro niño). Quizá en el fondo sea más provechoso intentar vivir del cuerpo que de según qué cerebros. Sería de agradecer que llegados los tiempos de la clonación el modelo a seguir se inclinara más hacia Elle McPherson que hacia un presidente de club de fútbol, por poner un ejemplo malintencionado.

Dicho lo dicho por García Márquez y suprimida la Ortografía y dicho lo dicho por Arzalluz y eliminada la Lengua Española por franquista y antiautonómica, fallecido el Latín de muerte natural, enterrada la Filosofía y sin un mapa que dure más de tres días para enseñar Geografía, los consejos escolares ven con buenos ojos incluir entre las asignaturas obligatorias el desfile en pasarela, la pose fotográfica y la anorexia voluntaria.

Con un mundo habitado únicamente por topmodeles se confirmarían las previsiones que apuntan a que en el año 2000 la relación sexual imperante será la masturbación. De hecho, la edad de comienzo en esta práctica solitaria se ha adelantado de los nueve a los cuatro años en sólo una década. TVE, algo de capa caída, planea un nuevo programa para niños titulado Primeras Eyaculaciones y sólo se duda si la presentadora será Xuxa, Leticia Sabater o, renunciando a la careta hipócrita opusdeística, la mismísima ex reina del porno Traci Lords.

Un paso previo hacia ese mundo bello y perfecto ha sido la inauguración en Miami del primer centro de cirugía estética para recién nacidos y la floración de residencias de ancianos para menores de treinta años. Los médicos modernos ya hablan de incluir la fealdad como una enfermedad más y elogian las virtudes del plástico en comparación con la piel humana.

Cuando el mundo sea guapo y bien guapo y nada de achatado por los polos quizá alcancemos la felicidad que ahora se nos niega. Seremos topmodeles rutilantes, evitaremos esa costumbre anticuada de tocarse, esa inconcebible pasión por acariciarnos michelines y alopecias mutuamente. Graparnos la cara nos devolverá el esplendor amenazado por el paso del tiempo.

Los días tercermundistas donde los niños soñaban con ser toreros, bomberos o policías han pasado a mejor vida. Ahora nadie duda de que la ropa interior de Dios es de Calvin Klein y si le da por jugar al tenis con nuestras cabezas la cinta para recogerse la melena se la paga Nike. Urge sustituir los crucifijos que tanto costó repartir por cada rincón del planeta por muñecos Madelman. "
Hasta el lunes.

,