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1180. Lunes, 12 mayo, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo octogésimo: “Todos tenemos días en que creemos que el sol brilla más en otra parte” (Madagascar 2005; Eric Darnell, Tom McGrath)

Estoy deprimido, triste, apesadumbrado, abatido, hundido en la miseria. La realidad es tozuda y se está cebando en mis esperanzas de una manera atroz y cruel. Los hechos están ahí, son los que son, y han machacado para siempre mis esperanzas: los que trabajan mucho, viven más.

Semejante afirmación resulta un durísimo golpe para un vago militante de toda la vida como yo, pero no se puede negar la evidencia por mucho daño que nos cause: entre los grupos de población que llegan a los cien años de edad -y con un relativo buen estado de salud-, están los abajasianos del Cáucaso, los hunzas de Pakistán y los pobladores del valle andino de Vilcabamba en Perú y Ecuador. Todos con las mismas características: viven en ambientes con un aire muy puro, llevan una dieta muy hipocalórica y queman lo poco que comen ¡trabajando mucho!

Tanto que trasteaban los alquimistas chinos con el cuento de cultivar el "chi", tantas pócimas con oro diluido en piedra filosofal que prometían los de la Edad Media, tanto armar con los injertos de testículos del mono, y ahora resulta que el elixir de la longevidad y hasta el de la eterna juventud no es más que cuestión de aire puro, comer poco y ... ¡trabajar mucho!

Estoy dispuesto a enchufarme al oxígeno para conseguir aire puro, a pasarme a los chokokrispis sin azúcar, incluso a dejar de chupar las tapas de los yogures.. pero a trabajar (más)... !nunca!

No sé si me recuperaré de semejante noticia, voy a necesitar tiempo para asimilarla y, sobre todo, tiempo para tomar una decisión en consecuencia. A los que les guste trabajar (siempre he tenido un profundo respeto por los masoquismos extremos) mi más sincera enhorabuena, A los que -como yo- no estamos dotados de tal don (!ya quisiéramos!), hoy es, a pesar de que contiene un jueves festivo, una semana triste, muy triste.

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