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1196. Miércoles, 4 junio, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo sexto: "¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con él?" (Blaise Pascal, 1623-1662; científico, filósofo y escritor francés)

Seguro que esto es una perogrullada, pero no me importa repetirlo porque es de las cosas que parece que se nos olvida siempre. Sólo hay en la Naturaleza dos especies de animales que atacan a sus congéneres con la intención de destruirlos: la hormiga (sólo cinco clases de las innumerables que existen) y el hombre (de cualquier raza, color y religión).

Con la diferencia, a favor de las hormigas, de que éstas no ocultan su propósito, que es el de apoderarse de la despensa del otro para aumentar la propia. En cambio, el hombre, con el mismo exacto propósito, se escuda en rimbombantes conceptos y sublimes supuestas intenciones.

No le basta al hombre ser el asesino de su propia especie, encima va y lo explica.

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