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1223. Viernes, 1 agosto, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo vigésimo tercero: "La masturbación es un entrenamiento, jamás un vicio” (Roberto Sánchez, 18 años, estudiante F.P.)

Aunque las aventuras sexuales no son para contarlas sino para disfrutarlas, siempre ha habido maestros empeñados en describirnos, con pelos y señales, sus historias eróticas. Y menos mal, al fin y al cabo es la única manera que tenemos los pobres inocentes para saber esos trucos que hicieron de ellos unos verdaderos ejemplos a seguir.

Giacomo Girolamo Casanova de Seingalt, (Casanova para los amigos) se jactó públicamente de haber seducido a miles de mujeres, preferentemente esposas e hijas de sus amigos. Según él mismo dejó escrito en sus memorias, el secreto de su resistencia física y de su apetito amatorio residía es la sobredosis de ostras, no menos de cincuenta, con que se desayunaba cada mañana.

Claro que no sé yo hasta que punto se puede fiar uno de sus consejos teniendo en cuenta que en un capítulo posterior de las mismas memorias desvela el infalible método anticonceptivo que usaba para no dejar nunca embarazadas a sus múltiples conquistas: introducir una canica de oro de 60 gramos en la vagina de cada una de sus entusiastas y cándidas amantes.

Eso sí... siempre la misma, y siempre la suya. En estas cosas, sobre todo enhabiendo bolas de por medio, la confianza resulta fundamental. Hasta el lunes.