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1234. Martes, 19 agosto, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo trigésimo cuarto: “Hoy en día, los trabajadores no tienen tiempo para nada. Sin embargo, los vagos tienen todo el tiempo del mundo. El tiempo es dinero. Luego, los vagos tienen más dinero que los que trabajan” (Francisco García, 76 años, jubilado)

Ya con unas cuantas décadas a cuestas y después de haber tenido una vida poco recomendable, a César Borgia, hijo del Papa Alejandro VI y emparentado con los Borgia de toda la vida (valencianos ellos), le dio por sentar la cabeza casándose con una jovencita de muy buen ver.

Temeroso de no cumplir con su esposa la noche de bodas pidió al médico que le recetara algún remedio para el vigor, algo que el galeno hizo, advirtiéndole que tuviera cuidado con la dosis ya que las pastillas eran bastante potentes. Pero él, ni corto ni perezoso, empeñado en que nada le impediría cumplir con sus deberes matrimoniales aquella noche -que imaginaba gloriosa-, se tomó de una vez todas las pastillas recetadas, con tan mala suerte que con las prisas confundió las píldoras del vigor sexual con las que habitualmente usaba como laxantes.

Resultado: se tuvo que pasar toda la prometedora noche de bodas en el excusado hasta que a la mañana siguiente, y aún sin levantarse del retrete, moría sin haber podido consumar el matrimonio.

Si ya lo decía Séneca: al que va deprisa siempre se le hace grande el más pequeño estorbo. Tomémonos pues las cosas con calma que el trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo. !Y que todavía estamos a martes!