Capítulo Milésimo ducentésimo sexagésimo noveno: "No pongas amor donde no hay correspondencia, que luego te quedarás a la luna de Valencia” refrán español)Enrique VIII y
Ana Bolena tuvieron una hija que llegó (antes de morir ejecutada como era costumbre de la época) a
Reina de Inglaterra bajo el muy
original nombre para una reina inglesa (aunque ésta sí fue la primera en usarlo) de
Isabel.
Y había un conde, el de
Leicester, empeñado a toda costa en conquistarla.
Como el amor es una de las enfermedades mentales que más altera a quien la sufre, al pobre conde no se le ocurrió otra cosa que intentar obtener los favores de su amada regalándole durante diecisiete días seguidos y sin parar, conciertos de trompeta "
adornados" con fuegos artificiales y bailarinas vestidas como ninfas y doncellas que salían portando espadas de un lago, un lago que hizo construir especialmente para la ocasión.
Después de tan largo y rumboso espectáculo que acabo dejando en la más absoluta de las ruinas al conde, al pobre (ya "pobre" en todos los sentidos) no se le ocurrió otra cosa que pedirle a la afortunada señorita que se casara con él.
Y ella le dijo que no.
Aunque las comparaciones sean odiosas está claro que en los asuntos del corazón siempre hay alguien que nos supera a la hora de hacer el tonto. Y mira que hemos hecho el tonto por amor ¿Verdad?