-   


  

1287. Martes, 4 noviembre, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo octogésimo séptimo: "El dinero lo inventó el diablo, por eso no conviene pregonarlo” (Proverbio egipcio)

De toda la vida uno aprendió que la propina es, sobre todo, un símbolo de agradecimiento por un trabajo bien hecho. Teniendo en cuenta semejante afirmación he echado cuentas y resulta que, a pesar de tener que tratar cada día con un montón de gente, jamás de los jamases me han dado una sola propina... por lo que he llegado conclusión de que nunca, nadie, ha quedado satisfecho con mis servicios laborales.

Lo de las propinas, como todo, tiene su historia. La cosa empezó en la antigua Roma cuando se recompensaba con una copa de vino a todos los que acudían a una asamblea. Por eso, la palabra propina viene del verbo “propinare” que, ni más ni menos, significa “invitar a beber”, agasajo que con el tiempo se sustituyó por dinero.

Más curiosa, y mucho más practica, es la versión inglesa de propina: “tip”, palabra que deriva de un cartel que les dio por poner a algunos comerciantes sobre las cajas registradoras en los que se podía leer “to insure promptness”, y que significaba algo así como “para asegurar rapidez”, indicando a los viajeros que una moneda de más les aseguraría una atención inmediata.

Dicho lo cual he decidido pasar a la acción.

Estoy pensándome seriamente poner un cartelito bien grande a la entrada que diga algo así como “se admiten tips”, (mucho más elegante y discreto que el “se admiten propinas”). Sabiendo la afición que tienen la mayoría de los que por aquí pasan por ser los primeros en ser los atendidos seguro que me saco un sueldecito extra. Buena falta me hace... por la crisis y eso.