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1144. Viernes, 7 marzo, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo cuadragésimo cuarto: "Para evitar tener hijos haz el amor con tu cuñada, así sólo tendrás sobrinos". (Pedro G, 23 años; estudiante)

Ya que es viernes, tenemos un fin de semana por delante y casi toco con los dedos los doce días del ¡me-re-ci-do! descanso que empiezan el jueves, (aunque teniendo en cuenta que los voy a pasar tirado por el Nilo lo de "descanso" no es más que una forma de hablar), por eso en esta última jornada laboral de la semana nada de despotricar contra el trabajo. Hoy, y aunque hasta mañana no lo sea, celebremos como se merece el día de la mujer trabajadora. Es decir, el día de todas las mujeres.

Y para seguir en esta línea del buen gusto, y con el estilo que nos caracteriza, qué menos que hablar de mujeres importantes, de la alta nobleza, de grandes estadistas o, mejor, de alguna de esas "mujeres de estado" que fueron capaces de gobernar el mundo.

Cleopatra, a pesar de su mala fama, fue mucho más que una señorita de vida alegre que se benefició a Marco Antonio y a Julio Cesar, de hecho, ha pasado a la historia como una de las feladoras más eficaces que en el mundo han sido.

A pesar de tener ciertas partes de su cuerpo más transitados que Pamplona un siete de julio, gracias a su buena política de "puertas abiertas" en cuanto a gustos sexuales se refería, ella siempre se confesó una obsesiva entusiasta del semen, hasta el punto de conseguir que, en una misma noche, más de 100 nobles de su corte acabarán intercambiando sus más íntimos fluidos con su saliva.

Con toda la razón "Cleopatra" en griego se dice "Merichane", nombre que traducido viene a significar algo así "mujer de boca abierta" o "mujer de boca ancha".

O desde que nació ya apuntaba maneras o, desde luego, sus padres estuvieron de lo más acertados a la hora de "bautizar" a la chiquilla.

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