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"Cada verano trae sus modas. Este año hay varias. Una de ellas es que los chicos lleven pareo enrollado en la cintura. La fiebre viene de Ibiza que es donde descansan todos los que no tienen nada que hacer durante el resto del año, lo que les permite pensar mucho.
El pareo es una prenda que se inventaron las señoras con pistoleras abundantes y se usaba mayormente para ir de la playa al chiringuito. En la época del bikini se llevaba anudado bajo los sobacos, de manera que al sentarse a comer, no se desparramaran a la vista los estómagos y las barrigas. El problema del pareo es que sólo favorece a las que están bien hechas y no tienen mollas, o sea a las que no necesitan pareo.
Con los hombres sucede lo mismo: que a los altos y flacos les sienta muy bien y a los rechonchos y barrigones, el pareo les hace parecer reos que van a la ducha en cárceles de alta seguridad. Pero a los guapos y molones les sienta estupendamente. Sobre todo porque se lo atan de tal manera que nadie sabe si llevan el bañador debajo o no. (Una ambigüedad que nunca se planteó con las chicas).
El pareo es una prenda que se inventaron las señoras con pistoleras abundantes y se usaba para ir de la playa al chiringuito. El problema es que sólo favorece a las que están bien hechas.
-Yo creo que ése no lleva nada debajo del pareo -le dice a su amiga una chica dando cuenta en el chiringuito de una ración de boquerones. -Pues si no lleva nada debajo, es un guarro. -Puede que sea un guarro, pero está de muerte de bueno. -Si lleva pareo, es que es maricón -comenta desde su envidia verdosa el hermano de una de las chicas. -De eso nada. Los maricones llevan slips bien apretaditos. -Entonces es que la tiene tan pequeña que da igual que vaya vestido de torero -insiste el hermanito. -Será gil, qué sabrás tú que eres un enano. Marielizabeth, pregúntale si lleva algo debajo, que me muero de curiosidad. -¿Yo? Qué corte, Marivanesa. Pregúntaselo tú. -Es que igual piensa que me lo quiero tirar o algo. -¿No dices que te gusta? Pues tíratelo y déjame en paz, Marivanesa, por Dios, qué pesada.
Pero al poco rato, la chica se acerca al chico y le dice: -Oye, perdona que te pregunte ¿dónde has comprado ese pareo tan guay? -Me lo ha regalado una amiga, ¿a que mola? -Depende. -¿Depende de qué? -De si llevas algo debajo o no, sinceramente. -Joer tía, debajo del pareo llevo una olla". Transmongoliano día 11: Ulan Bator - Terelj.
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"Un buen censor nace, no se hace. Todo el mundo lo sabe. En su propio parto le indica al médico el lugar exacto por donde debe cortar el cordón umbilical. De adulto decide la medida de la falda de su mujer y a la hora de hacer el amor si no es rápido y mal le resulta sospechoso; para pasarlo bien ya están las profesionales. No es raro oírle utilizar lo que los semánticos llaman el plural censor que consiste en decir "nos" molesta cuando algo "le" molesta y "nos" preocupa cuando algo le preocupa. Es decir, hablan en nombre de todos sin tener dotes de ventrílocuo.
De Torquemada a Goebbels, reprimidos y fascistas incapacitados para cualquier práctica artística han impuesto sus criterios estéticos por el simple hecho de carecer de ellos. Hoy en día, la Asociación de Censores Desempleados reclama mano dura para acabar con los desmanes, mientras afila su amargura. Pretenden hacernos creer que no hay censura. Y esa es su estrategia perfecta. Pero siguen ahí.
Los censores de hoy van disfrazados de demócratas de Armani con teléfono móvil. Parecen inofensivos porque sonríen y no van a misa pero están ahí. Nos escandalizamos porque un científico saca una oveja clónica de otra oveja y, sin embargo, no decimos nada de los que clonan a hombres para convertirlos en oveja, con éxito total, por cierto. La peor de las censuras pervive hoy bajo frases en apariencia inocentes como "lo que le gusta a la gente" o "lo que la gente pide". La gente es lo que el diccionario define como "conjunto de personas" por lo cual resulta imposible que todos tengan una misma opinión y un solo gusto. Habrá que meter mano al diccionario.
Los censores han escalado en el organigrama de los medios de comunicación y en vez de estar abajo están arriba. Conocen lo que le gusta a la gente y si algo les gusta se lo dan porque es su obligación. Y resulta que lo que le gusta a la gente no conozco a nadie que le guste, por lo que les digo: "nosotros, no somos la gente" y me siento desterrado en mi propio salón. Es más fácil dejarse convencer. Los censores deciden lo que me gusta y se lo agradezco porque me evitan el esfuerzo de elegir y a ellos se les evita el esfuerzo de censurar porque ya lo fabrican al gusto de todos que es la frase más fascista que puede oírse en nuestros días.
Los censores han decidido que me guste el morbo tonto, el fútbol en avalancha y la vida privada de la gente. Y han construido un país paralelo al real, tan gris, tan triste, y a ese paraíso se mudan hasta extranjeros que en su casa no se comen un colín y aquí viven al sol de las entrevistas pagadas y las exclusivas y se follan a nuestras tontas nacionales que deberían ser tan patrimonio protegido como las catedrales. En el país del famoseo y la gilipollez babeamos de gusto porque nos gusta, y nos lo fabrican a nuestro gusto. Gracias.
Me gustaría saber qué hay que estudiar para saber lo que le gusta a la gente y así escribiría hoy el artículo que le gusta a la gente. Porque debería estar prohibido hacer cosas que nos gustan a la gente, aunque a algunos les guste, pero esos no son la gente y lo que importa es la gente. Propongo nuevo himno nacional: Viva la gente. " Transmongoliano día 10: Tren a Ulan Bator (1119 Km.)
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" Soy de la primera generación de varones que ya no solía iniciarse sexualmente en el prostíbulo a veces llevado por el padre con ocasión de las fiestas patronales del pueblo. Quienes nos asomamos a los cincuenta debutamos chapucera pero tiernamente con las turistas o con nuestras compañeras de estudio progresistas. Lo cual significa que en poblaciones no turísticas o, si me presta Mendicutti la imagen, ideológicamente próximas a Atapuerca, hay que retrasar diez años de cronología. El burdel no forma, en general, parte de nuestra educación masculina y lo conocemos por las ingeniosas obras de Vizcaíno Casas y el cine de centro-derecha. De vez en cuando ojeo los anuncios de amor venal, como diría un antiguo, o de servicios eyaculatorios, como diría un sexólogo adscrito a la tolerancia mercantil.
Por supuesto, no se trata de prostitución, sino, por ejemplo, de "masajes, saunas, relax". De una forma excepcional aparece también "Relaciones entre particulares (lo que supongo excluye que acuda una corporación municipal), amistosas, liberales, diversas. Atención personalizada". Y por supuesto, abundan los casos en que no se trata de prostitutas sino de "seis amigas", "señoritas no profesionales" (lo que puede ser un problema, porque hoy en día no se puede ir sin preparación a ningún oficio, y, sea deplorable o no la prostitución, tampoco merece el cliente una noche toledana), "amas de casa", "universitarias", "ejecutivas". Incluso una de las ofertantes-ofertadas se anuncia como top-model de 18 años sin que se explique cómo una chica es ya top-model a los 18 años y además entre un pase en Nueva York y otro en París, tiene tiempo para acercarse a Valencia (en uno de cuyos periódicos se anuncia) para ganarse un sobresueldo. No debe ser top-model la, el o las que se anuncian por el contrario como 4.000. ¿Amas de casa, pesetas por servicio?
Siguen predominando las insistencias en volúmenes y cualidades sexuales agresivas: "cuerpazo", "uno ochenta", "105 sen". Lo cuantitativo se humaniza en un anuncio donde se describe a la dama como "rellenita". Alguna vez aparece "juguetona", "tímida", "complaciente" y más raramente "simpática". Ahora que, según dicen, ya no hay clases sociales, se piden y ofrecen señoritas "con clase", suponemos que pequeña burguesía arruinada o burguesía drogodependiente, a no ser que se refiera simplemente a saber utilizar los cubiertos y no decir "te voy a hacer un francés que te cagas". No se ofrece inteligencia: se ofrece si acaso el status, real o fingido, de la universitaria o la ejecutiva.
El presunto varón adquirente de los servicios de desahogo sexual es visto como un niño moderno, de esos que las aventis se las dan ya hechas. Así encontramos esta perla: "Estoy sola y sin mi marido. Te haré volar con mi masaje erótico... y lo que quieras. Ruego discreción". No indica si hay armario a disposición del cliente para el caso de que el marido regrese. De todas formas, la redacción es a veces disuasoria por pedante "lo verdaderamente exclusivo es inimitable", "indefinibles e irresistibles" o redundante "chicas jóvenes de 18 años", por ejemplo.
Esto es lo que ofrece como escape nuestra sociedad tolerante, reconvertida después de excesos liberadores, feministas, educativos. Previo pago, claro. Y no sólo para varones, ¿eh? sino también para mujeres que no tengan que hacer la cena, acostar a los niños, limpiar o supervisar la casa, dispongan de ingresos propios de uso libre y puedan fingir una reunión de trabajo. " Transmongoliano día 9: Irkutsk - lago Baikal - Listvianka
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"La ventaja de los llamados placeres es que suelen ser permanentes, refinados y serenos. Satisfacen sin estragar y apasionan sin soliviantar. Cultivar una huerta es una de esas joyas. Acabo de subir de la mía. Las judías verdes trepan enroscándose por los palos, ya se ven y se huelen los tomates, los guisantes van ya de capa caída, las alcachofas, con su aspecto salvaje protegen a los tiernos pimientos. En la huerta siempre hay algo que emerge y algo que declina. Soy un hortelano tradicional. Hago semilleros o siembro a golpes; repico y planto; cavo con azada y arroyo con legón. Un buen repertorio de refranes me indica las faenas. "Por San Pedro se saca el ajo y se pone el puerro". "Que me siembres en marzo, que me siembres en abril, hasta mayo no he de salir", dice la pizpireta patata. "Ajín, ¿por qué saliste ruín? Porque no me sembraste por San Martín". "Si siembras perejil en mayo, tendrás perejil para todo el año". Es cierto que a veces hay que interpretar laxamente los refranes. Por ejemplo, el que dice "Día de San Miguel, quita el agua a tu vergel", a veces no funciona, porque el 29 de septiembre, festividad del ángel, a veces en Madrid hace mucho calor. Pero los mismos refranes incluyen esta interpretación amplia, como indica uno de mis preferidos: "Por San Marcos el melonar, ni sembrado ni por sembrar. La vieja que lo decía, ya sembrado lo tenía".
Disfruto con el pausado ritmo de las estaciones. Las plantas tienen una serenidad de la que carecen los animales. Durante muchos años crié perros -fox terrier de pelo duro- y era un menester divertido pero un poco agitado. La huerta, en cambio, impone sosiego, fomenta la contemplación y exige saber esperar. Como dice la Biblia, hay un tiempo para cavar, y otro para sembrar, y otro para recoger. Añadiría: y otro para luchar contra el pulgón, y otro para ahuyentar a los tordos y que no se coman las cerezas, y otro para librarse de las plagas de oidios, royas y botritis. ¡Oh, perversa constancia de la arañuela roja, mi pesadilla¡ !Oh, fecundidad odiosa de la recién llegada mosquita blanca, incansable e inmortal! ¡No todo son mieles en la huerta, pero incluso las hieles se endulzan un poco en el espacio fantástico de arroyos y caballones, de plantas recién nacidas y de plantas ancianas! Mi huerta no está sólo llena de refranes. Es una huerta poética. Colecciono poemas para la ocasión, y los leo mientras paseo para comprobar si el poeta ha acertado o ha mentido. Neruda acierta mucho. Sabe que "la alcachofa/de tierno corazón/se vistió de guerrero", y que "la col/se dedicó/a probarse faldas". La cebolla es "globo celeste, copa de platino,/baile inmóvil/de anémona nevada/y vive la fragancia de la tierra/en tu naturaleza cristalina". Del tomate, pequeño sol de la huerta, dice: "Verano/la luz/se parte/en dos/mitades/de tomate".
Tal vez mi poema predilecto venga de muy lejos, de Japón. Habla de un guerrero que tiene que marchar a la guerra y se despide amorosamente de su esposa: "He regado nuestras legumbres para ocho días, no he olvidado repicar los crisantemos. ¡Ahora tiembla y huye! Voy a adoptar la mirada espantosa con la que pienso salir al encuentro de nuestros enemigos". Me encantaría seguir recitándoles poemas hortícolas, pero estos días están revueltos y acaban de descargar una tormenta furiosa de agua y granizo. Tengo que bajar a la huerta para ver si ha sufrido algún daño. Esto es no parar... " Transmongoliano día 8: Irkutsk, lago Baikal, Listvianka
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"¿Por qué todos los programas de televisión son iguales? Cuando un programa -generalmente copiado y/o fusilado de las teuves extranjeras tiene cierto éxito de público, se multiplican por todas las cadenas copias clónicas. Hubo la moda de reality-shows que vinieron acompañados de programas de medicina y cirugía en vivo y en directo. Cada cadena tenía su médico particular que nos abrumaba con los detalles de cómo se extirpa una hipófisis o cómo se implanta un pene. En los descansos nos echaban anuncios de filetes de pescado congelado y aspirina, lo que completaba muy bien el menú de la cena. Allí donde se producía un crimen múltiple, una violación salvaje, un suicidio aparatoso, un ajuste de cuentas, las teles estaban en primera línea, dirigidas por el presentador, interrogando a los testigos, enseñando manchas de sangre en las paredes, armas homicidas y tomando declaración a los familiares de las víctimas, haciendo de su capa un sayo y probablemente borrando pistas. Estos programas -todavía quedan algunos vigentes como Sucedió en Madrid, vulgarmente conocido por Suicidio en Madrid- estaban aderezados muy oportunamente por anuncios de tampax y compresas que mantienen a las usuarias "limpias", de sangre se entiende. (Si alguien piensa que estoy empezando a ponerme borde, es que no ve la tele).
Luego vino la avalancha del humor. Hacer reír a cualquier costo, ése era el reto. El culpable fue Chiquito de la Calzada que puso de moda los chistes en andaluz preferentemente de mariquitas. Todas las cadenas enloquecieron al mismo tiempo y no había programa sin graciosos famosos o anónimos que contaban chistes -con acento andaluz y de sarasas- sin cesar, horas y horas. Todo era siempre divertidísimo, tronchante, desopilante, desternillante y alucinantemente gracioso.
Ahora nos acribillan con programas de mujeres, para mujeres, por mujeres, con mujeres, sobre mujeres, patrocinados por esas grandes tetas que hay detrás de toda gran persona. ¿? Hay incluso programas idénticos, con los mismos anuncios, los mismos invitados y los mismos públicos. El personal, claro, alucina a cuadros.
- No sólo son iguales, es que hablan de lo mismo -le comenta una señora a su esposa que está con gripe-. - Si los telediarios son todos prácticamente iguales, por qué no pueden ser iguales los programas. -Contesta el marido-. - Los telediarios son las noticias. No tiene nada que ver. Yo podría decirte que todos los partidos de fútbol son iguales, podrían poner uno y repetirlo todo el rato, no te jode. Por cierto, tengo que confesarte algo. - ¿Tienes un amante? ¿Has escoñado el coche? ¿Has envenenado a mi madre? ¿Lo has perdido todo en la Bolsa? - Peor. No pude remediarlo y me hicieron hablar para la tele, qué pensamos los ciudadanos, ya sabes, sobre la financiación autonómica. - Hostia, la he cagado. Era el único de la Peña que mantenía el récord de boca-cerrada con cero puntos. Me has hecho polvo. Para una vez que soy el primero en algo. Con vosotras no se puede contar nunca. " Transmongoliano día 7: En tren hacia Irkutsk
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"Me siento culpable por hacer mis compras en un centro comercial ya que dicen que contribuyo a la desaparición de las pequeñas tiendas y a aumentar las cifras del paro en favor de cualquier multinacional de capital extranjero. Pero odio que un dependiente evalúe con su mirada mi intención de compra y me hace sentir como un gusano si después de haber perdido su tiempo conmigo, dudo a la hora de elegir algo. Pero lo peor es su política de devoluciones: las admiten, a cambio de que compre allí mismo otro artículo que tampoco me gusta demasiado o en los mejores casos me dan un bono para posponer la compra, cuando lo que de verdad deseo es no volver a poner mis pies en semejante lugar. Por eso adoro los centros comerciales: no creo que sean siempre más baratos ni que oferten mayor calidad, pero ante todo, valoro la libertad de elegir, de equivocarme y de rectificar. ¿No es cierto que el cliente tiene siempre la razón?
Está claro que la tienda de la esquina nunca podrá competir en precios con una gran superficie. De nada sirve que reivindiquemos románticamente el trato humano de las tiendas de antaño, al fin y al cabo el mercado es el que manda y no debemos olvidar que tanto la pequeña tienda como el hipermercado son negocios. Lo que van a necesitar las tiendas que quieran sobrevivir a la marea de las grandes superficies es imaginación y especialización. Desengañémonos: nadie va a pagar un 20% más por un kilo de arroz a cambio de recibir atención personalizada, sin embargo sí acudirá a la tienda cuando ésta le ofrezca un producto o servicio que requiera un conocimiento o dedicación que el centro comercial no pueda ofrecer." Transmongoliano día 6: Salida hacia Irkutsk (3.369 Km)
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"El placer es lo más deseable, lo sublime. Se dice "¡qué placer!" cuando cualquier cosa te ha hecho feliz, un viaje, una fabada asturiana, un orgasmo apoteósico, pero casi todos los placeres tienen sus inconvenientes. Y es que a unos les afecta más que a otros: depende de la edad, la salud... En realidad, son pocos los que resisten al placer sin sufrir alguna grave consecuencia, e incluso la muerte. Parece exagerado, pero son innumerables los amantes que en el éxtasis del máximo placer se les para el corazón y pasan a mejor vida. ¿Mejor aún? Eso es morir con honra, mucho mejor que con las botas puestas.
"¡Fumar es un placer!", lo canta Sara Montiel, mientras se fuma un enorme puro sin disimulada voluptuosidad. Y es verdad. ¡Fumar es un placer! Pero según las más rigurosas estadísticas, el tabaco produce miles de muertos, dañando los pulmones y bronquios del universo mundo. Sobre todo en EEUU, donde a pesar de unas multas astronómicas, siguen fabricándolo y publicitándolo, casi siempre con un vaquero y su lazo. Es curioso cómo en los pueblos más escondidos de España, y donde la población es casi centenaria, los viejos no paran de fumar, fuman y tosen, juegan al tute, se sientan en los bancos helados de la plaza y en "un día como tantos", supongo que morirán con placer.
¡El placer de viajar! Pero vamos a ver, ¿viajar hoy? Caos en Barajas, retraso de los vuelos, los riesgos de los viajes trasatlánticos -a veces también en los nacionales-. ¿Y los fines de semana y los puentes? Cada año más desgracias en las carreteras, muertes y heridos, que de éstos ignoramos su suerte. Atascos, sueño, la siempre denostada suegra y los niños revoltosos, etc. Y luego, si llegas a tu punto de destino o vacaciones, las playas abarrotadas, que recuerdan los campos de concentración. Todos con radios, sombrerazos, sombrillas, cremas, potingues y salvo el cuerpo juncal de alguna jovencita, barrigas escandalosas, que pasean sin complejos y con la pretensión de ligar. Lo más que reciben, es un pelotazo de algunos chiquillos que juegan al fútbol playa.
¡Ah, la montaña! Aburrimiento de pinos y de abetos, parafernalia en invierno, de la nieve, piernas escayoladas, y en verano cuestas imposibles, envidia al ver cómo los jóvenes las escalan, con macutos donde llevan hasta el ordenador. Las moscas borriqueras... ¿de dónde salen, si ya sólo hay borricos en Rute, precioso pueblo de exquisito anís?
¡El placer de comer!, ya lo dije: o haces dieta, o lo que te gusta te sienta fatal, diarreas, vómitos...
Y ustedes dirán: "Usted es un amargado, todo le parece mal". Y aunque reconozco que el placer existe y que se canta, se busca, se obtiene, lo que no soporto es que tras gozar con tu pareja, le digas o te digan, esa cursilería de: "Amor, ¿has sentido placer?".
Creo sinceramente, que, aparte de éste de copular y el de comer y dormir -un placer que no hace daño-, si tengo que elegir un verdadero placer, me decido por el de leer. Si no te gusta el libro, lo cierras y a leer otro. Y escribir, escribir también es un placer, aunque sea tan mal como yo escribo. " Transmongoliano día 5: Ekaterimburgo.
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