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1372. Martes, 24 marzo, 2009

 
Capítulo Milésimo tricentésimo septuagésimo segundo: “Me gustan los niños cuando lloran, porque entonces viene alguien y se los lleva” (Nancy Freeman-Mitford, 1904-1973; novelista británica)

Ya sé que está feo, pero que muy feo, (además de ser políticamente incorrecto) renegar de esos medio metro de incansables gamberros investidos de una bula omnipotente para hacer (y sobre todo para deshacer) todo lo que les da la gana a los que algunas madres llaman hijos. Tal y como está el patio, basta con que le dediques a la simpática criatura una voz más alta que otra –y siempre en defensa propia después de que alguno de ellos te arree un puñetazo sólo por pasar a su lado- para que se te eche encima la madre, la tía, una señora de Parla recién salida de la peluquería que pasaba por allí y hasta los servicios sociales del ayuntamiento. Y después, a ver como le explicas (sin ser carne de cañón de Plaza de Castilla) a la funcionaria de turno (empedernida soltera y frustrada aspirante a supernanny), que lo que de verdad te hubiera apetecido con el gamberro (bestia) bajito sería haberte quitado la zapatilla.

Lo sé, soy un monstruo, pero es que algunas veces me dejo llevar y...