-   


  

1404. Martes, 19 mayo, 2009

 
Capítulo Milésimo cuadringentésimo cuarto: "Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado". Francisco de Quevedo, 1580 -1645; escritor español)

Aunque intento echarle la culpa a mi poca práctica con él, (no uso nunca el móvil salvo para casos de urgencia que nunca tengo) y a que los simbolitos que salen parecen pintarrajeados por algún artista pismoderno, el caso es que cada vez entiendo peor la pantalla del teléfono. De lo de mandar mensajes mejor no hablo. De un tiempo a esta parte enviar un sms se ha convertido en una competición para ver cuantas teclas soy capaz de pulsar simultáneamente cada vez que intento hacerlo sólo con una. El record está en cuatro y subiendo.

Y es sólo el principio. También se me empieza a hacer muy cuesta arriba leer los prospectos de los medicamentos. Justo ahora que más falta me van haciendo. O incluyen una lupa en cada envase o luego que no se quejen si alguien los demanda y tienen que acabar pagando unos pantalones nuevos sólo porque no pudimos leer que la nueva fórmula del laxante hacía efecto en dos horas en vez de en las doce de siempre.

Lo malo es que el tema sólo puede empeorar. Mal está que no pueda trastear con el móvil sin llamar tres veces a recarga de saldo cada vez que quiero hablar con mi compañerodoméstico; mal está que no me entere de que las pastillas de la tos con sabor a limón son incompatibles con los inhibidores de la mao (que sean quienes sean deben de ser muy suyos porque son incompatibles con todo); incluso puedo vivir en la ignorancia (aunque con sed) al no poder leer por su tamaño las instrucciones de la máquina para sacar un café o una cocacola, pero lo que de verdad me duele (jode) es que, por esta decadencia de presbicia y torpeza directamente proporcional a la edad, tenga que ir continuamente mirando al suelo para evitar caer en un hoyo, tropezar con una baldosa mal colocada o darme de bruces con vallas, farolas, bolardos y cuarenta mil cachivaches más, y no pueda (ad)mirar el habitual esplendor que empiezan a desplegar al llegar la primavera los camisetas tres tallas menos (y su culo correspondiente incluido).

O quitan farolas o quitan tíosbuenos, las dos cosas a la vez no... que nos vamos a matar.