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1439. Jueves, 23 julio, 2009

 
Capítulo Milésimo cuadringentésimo trigésimo noveno: "Hay algo que Dios ha hecho mal. A todo le puso límites menos a la tontería” (Konrad Adenauer, 1876-1967; canciller alemán)

Hay dos aficiones que comparto con la gente menuda, el gusto por los dibujos animados y una adición casi descontrolada a la nintendo ds.

Lo de los dibujos animados lo llevo bien. Soy poco exquisito y me los trago todos a pesar de las miles de veces que los repiten. Todos menos Sin-Chan. Como dice un amigo, poco se puede esperar de un niño que, apellidándose Chan, su padre va y le pone de nombre Sin en vez de aprovecharse de la coyuntura y llamarle, por ejemplo, Tatata. Mucho más sonoro en conjunto... ¡dónde va a parar! Le gustará o no la música pero cada vez que el colegio pasaran lista sería el putoamo.

La segunda me causa algún problema más. Mi afición a las maquinitas de bolsillo (y a las tarjetas educativas que me permiten probar todos los juegos sin soltar un euro) hace que, cuando saco la consola habiendo críos alrededor, automáticamente me transforme para ellos en un panal de miel al que acuden como si fueran moscas hambrientas. Es asomar el pico de la aparatito y ya tienes a unos cuantos mocosos subidos a la chepa. Un problema para el que estoy estudiando soluciones de urgencia. Estaba pensando en llevar colgado al cuello un cartel que pusiera “cuidado, recién pintado”, pero no sé yo si iba a ser muy efectivo... que me acuerdo yo que a esas edades uno suele ser muy particular en las cosas de limpieza y, salvo algún caso aislado, se funciona con una sola máxima: la mierda no estorba. Nunca.