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1441. Lunes, 27 julio, 2009

 
Capítulo Milésimo cuadringentésimo cuadragésimo primero: "Si cuando te acuestas te pica el culo, cuando te levantas te huele mal el dedo" (Proverbio cantonés)

Por alguna extraña razón está muy extendida la idea de que si hablas con una persona tienes que estar mirando a sus ojos. Posiblemente sea una degeneración residual excedente fraguada en nuestros años infantiles cuando, coincidiendo con aquel momento en que llevabas las notas a casa (entre otros muchos momentos), una madre cabreada (y una madre cabreada de nuestros años infantiles no tiene nada que ver con una madre cabreada de ahora) solía decirte aquello de “cuando venga tu padre te vas a enterar de lo que vale un peine so vago... !y mírame cuando te hablo!”, pero por más vueltas que le doy no logro entender el por qué hay que mirar a los ojos a quien te está hablando teniendo, como tienen muchos, partes bastantes más interesantes que mirar. ¿Acaso alguien escucha por los ojos?

Y ya que estamos profundos, ¿quién coño envuelve los chupachuses que no hay manera de desenvolverlos sin montar un número? ¿Por qué siempre que vas a los retretes de los centros comerciales están cerrados por limpieza? ¿Aquellos que perdieron la virginidad en la ducha se empalmaran cuando llueve? Y sobre todo, ¿por qué cuando alguien tiene un gatillazo siempre dice que es la primera vez? ¿Es que nadie ha estado nunca con un reincidente?

Tantas preguntas y tan poco tiempo. Los lunes es lo que tienen... con tal de no trabajar cualquier cosa.