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1362. Viernes, 6 marzo, 2009
Capítulo Milésimo tricentésimo sexagésimo segundo: "El cuándo y el pero es la herencia de los tontos". (Provebio italiano) Dicen las estadísticas (la única fuente de información fiable que puedo tener sobre ciertos temas en los que la experiencia personal brilla por su ausencia) que aumenta el número de mujeres preocupadas por llegar al orgasmo de una forma simultanea con su pareja. Mal asunto. Si hasta hace nada la única preocupación de la mayoría de ellas era pasar cuanto antes el mal trago de tener encima al marido, ahora, que por fin muchas empiezan a disfrutar del momento, van y se obsesionan con los tiempos. Un error. Por una mera cuestión anatómica, en la mayoría de las posturas en las que se produce penetración vaginal, el pene no estimula de ninguna manera al clítoris (¿se puede decir clítoris?), que es el verdadero artífice de los órganos femeninos, la principal vía de entrada al mundo del orgasmo mujeril. Es decir, que mientras al hombre le bastaría con sus movimientos para provocarse el desbordamiento, la pobre mujer debería echar mano de su ídem o de la ídem de su compañero para perturbarse, algo que, supongo, debe complicar bastante la concentración. Aunque “ en la mayoría de posturas” no quiere decir en todas. En los últimos tiempos se habla mucho de la técnica de la alineación coital. Suena más complicado de lo que es. Se trata de una postura amatoria (¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?) creada por el psicoterapeuta Edward Eichel. Es una variación del clásico misionero que estimula el punto G y el clítoris (¿se puede decir clítoris?) al mismo tiempo. Y no es muy complicada. Seguro que muchos, a lo tonto, a lo tonto, se han alineado coitalmente con la parienta de turno sin darse cuenta. Partiendo de la posición del misionero (supongo que conocida por casi todos pero que -por si acaso- yo la explico: ella tumbada, él encima, apoyando los codos), la mujer colocará las piernas alrededor de los muslos del hombre, como si le envolviera, provocando que durante la penetración la base del pene quede apoyada contra el clítoris (¿se puede decir clítoris?). El movimiento rítmico, ondulante y de presión generará una sensación vibratoria que puede desencadenar un espontáneo y campechano orgasmo simultaneo. ¿Es sólo una teoría? Desde luego no será un servidor quien se ponga a comprobarla, pero sabiendo la cantidad de personas heteras (degeneradas) que pululan por aquí, seguro que alguien la pone en práctica este fin de semana y luego nos lo cuenta. Hasta el lunes pues.
1361. Jueves, 5 marzo, 2009
Capítulo Milésimo tricentésimo sexagésimo primero: "Una lengua aguda es el único instrumento de corte que se afila por el uso corriente" (Washington Irving, 1783-1859; escritor estadounidense)Cuenta el libro bíblico de los Números que, para que los israelitas no olvidaran los favores concedidos, se les colocaron cintas de color azul en los mantos. De ahí derivó la creencia de que una cinta azul remediaba ciertos males y otorgaba protección. Por eso, y en calidad de talismán, durante siglos se ha colocado algo azul en los ropajes de los bebés del sexo que (digan lo que digan) siempre ha sido el más deseado: los varones. En cambio el uso del tono rosa para las niñas es mucho más reciente. Se refiere a la leyenda que asegura que las niñas son flores que nacen bajo los pétalos de las rosas, asociando dichas flores con Venus, la diosa del amor, por su hermosura y su dulce olor, cualidades atribuibles a las niñas recién nacidas. Hablando de colores está claro quien ha pintado más (y quien ha sido considerado un mero adorno) en la historia de la humanidad. Dicho lo cual, y ante los más que previsibles insultos hacia mi misoginia crónica (qué fácil es meterse con un enfermo... pero qué fácil) que podrían desatarse ante cualquier comentario adicional por mi parte sobre tan curiosa y colorida historia, casi mejor lo dejo aquí.
1360. Miércoles, 4 marzo, 2009
Capítulo Milésimo tricentésimo sexagésimo: "Sólo las mujeres y los médicos saben cuán necesaria y bienhechora a los hombres es la mentira" (Anatole François Thibault, 1844-1924; novelista francés)Cierto emperador chino deseaba tener a su cargo un médico mejor que el que le había venido atendiendo hasta entonces. A tal efecto, ordenó que todos los galenos del imperio, bajo juramento, pusieran en sus ventanas tantas velas encendidas como pacientes se les hubieran muerto aquel año. Tras recibir noticia del cumplimiento de la orden, el emperador aprovechó el desfile del día sagrado para acercarse al barrio de los médicos. Pronto comprobó que miles de velas iluminaban las calles, y que eran muchas las casas en las que éstas ardían no sólo en las ventanas sino que, dado el número de pacientes perdidos, las habían tenido que poner hasta en las puertas y los tejados. A punto de darse por vencido descubrió, con alegría, que en una casa modesta sólo cuatro velas adornaban una de las ventanas. Pensando que acababa de encontrar al mejor médico del Imperio le hizo salir de la casa y le dijo: - “Tú has ganado; serás mi médico de cabecera. Pareces ser un buen facultativo, pero antes dime: ¿cómo has conseguido perder tan sólo a cuatro pacientes?"El honrado médico, volviéndose a inclinar, y temblando murmuró: “ Gran señor... yo empecé a ejercer la profesión esta mañana”. A ver cuando se dan cuenta que, como decía Moliere, los médicos no están para curar, sino para recetar y cobrar; curarse o no va a cuenta del enfermo.
1359. Martes, 3 marzo, 2009
Capítulo Milésimo tricentésimo quincuagésimo noveno: “Si así fue, así pudo ser; sí así fuera, así podría ser; pero como no es, no es. Eso es lógica" (Lewis Carroll, 1832-1898; lógico inglés)Aunque hay quien piense que su mayor utilidad sea la de poder usarse como juguete erótico, una cosa tan simple como el dónut ha servido, a lo largo de su historia, de importante tema de conversación entre los más reputados sabios del mundo. Y no sólo por el origen de su nombre ( nut de masa y dough de frita, aunque hay quien sostiene que la etimología de doughnut, el nombre original, es masa con nueces) sino, y sobre todo, del gran misterio que encierra: su agujero. Están, por una parte, quienes afirman que el invento es muy antiguo y de origen germano. Colonos alemanes y holandés habían transportado la costumbre al Nuevo Mundo. Sin embargo, cuenta con más partidarios la leyenda que atribuye su creación al capitán de navío Hanson Crockett Gregory, allá por 1847. Hay quien afirma que era su madre la que hacía los dulces que llevaba en sus travesías. Una vez, mientras llevaba el timón y se comía un dónut, se desató una violenta tormenta. Y como necesitaba las dos manos, hundió el dónut en uno de los asideros del timón... Tras ver el resultado, decidió, que a partir de aquel día, siempre comería donuts con agujero. Otra versión dice que Gregory odiaba los donuts que le hacia su madre y les quitaba el centro, siempre crudo. Esto último parece más razonable, ya que es cierto que la masa del dulce en cuestión solía quedar cruda en el centro, así que su desaparición fue aceptada enseguida. En cualquier caso fue el propio Gregory quien reclamó la autoría del bollo taladrado, aunque la primera patente relacionada con él no sería suya, sino de John Blondell, quien registraría un aparato para hacer agujeros a los donuts en 1872. Parece mentira que algo tan simple genere tanta inquietud entre tanta gente. Aunque, bien mirado, es lógico, pocas cosas despiertan tanto interés en esta vida como encontrarse de sopetón con un buen agujero.
1358. Lunes, 2 marzo, 2009
Capítulo Milésimo tricentésimo quincuagésimo octavo: “Por más aguda que sea nuestra vista jamás podremos vernos la espalda” (Proverbio chino) Ni inglés ni leches, en un mundo cada vez más globalizado el sentido práctico se impone. Ahora lo que triunfa es la señalética, una herramienta de comunicación que no es precisamente nueva (los egipcios ya trasteaban con jeroglíficos y los chinos construyen su lengua mediante pictogramas) pero que gracias a su esquematismo, a su vocación universal y, sobre todo, a su demostrada utilidad, está más en auge que nunca. ¿Cómo íbamos a poder salvarnos de morir por un pisotón de elefante en Holanda sin la correspondiente señal que nos avisara del peligro? ¿O cómo íbamos a evitar atropellar a una familia completa de las muchas que deben cruzar andando por las carreteras de California si nadie nos avisara antes? Sería el caos.
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