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1530. Martes, 5 enero, 2010

 
Capítulo Milésimo quingentésimo trigésimo: "Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde". ( François-René, 1768- 1848; escritor francés)

Después de darle muchas vueltas creo haber solucionado un gran enigma navideño, otro, que me ha estado atormentando durante estos años. Por fin creo saber por qué los Reyes Magos nunca me trajeron la mayoría de las cosas que les pedía en las cartas, algo que yo achacaba siempre a vivir en un barrio periférico donde, al ser de los últimos que visitaban sus "majestades", venían ya con unas cuantas copitas de más a poco que se hubieran bebido la mitad de las copas que les hubieran colocados en las casas que visitaran antes, lo que haría, lógicamente, que no estuvieran ya en sus mejores condiciones de coordinación y acabaran un poco liados.

Pero la explicación es mucho más fácil y no sé como no se me ha ocurrido antes, es de pura lógica; ellos, tan de oriente como son, lógicamente no tenían ni idea de español, lo que sin duda hizo que, año tras año, tradujeran la palabra "bicicleta" como "calcetines" o la de "cinexin" como "pijama" cuando en ningún renglón de la carta aparecían cosas semejantes.

Vamos que no fue un capricho de sus majestades sino simplemente una mala interpretación lingüística.

Buenos Reyes y hasta el jueves.