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1544. Martes, 26 enero, 2010

 
Capítulo Milésimo quingentésimo cuadragésimo cuarto: "Vale, mi zanahoria es la más pequeña, pero no está nada mal para un conejo animado" (Bugs Bunny, 1940; conejo)

Dice una encuesta hecha por una marca de detergente que la media de manchas a lavar cada vez que uno pone la lavadora -al menos en esta parte del mundo civilizado, es de catorce. Y que mientras en Inglaterra la mayoría de ellas son de té, en España la mancha nacional -para sorpresa de todos, supongo- es la de vino. Muchas manchas me parecen a mí, aunque también es verdad que lo primero que hace la ropa limpia cuando te la pones, sobre todo si es blanca, es convertirse en un agujero negro atrapamanchas.

Al final va a tener razón el Juanfe, soltero y hetero él, cuando mantiene la curiosa teoría de que la mejor manera de que no te caigan manchas encima es tenerlas ya puestas, y que es precisamente la grasa adherida y seca a cualquier pantalón, camisa, cazuela, plato o pared, la que impide que otra mancha venga y se quede pegada.

Siempre, eso sí, que la susodicha capa de grasa esté bien seca, claro.

Además lo de la limpieza es, como casi todo, muy relativo, y siempre está relacionada con la cosa cultural; al fin y al cabo la mayoría de las mujeres se ponen histéricas cuando ven pelos de perro en un sofá, pero acarician esos mismos pelos cuando forman parte de su chaquetón de zorra/o. Y no sé, pero me da a mi la sensación de que la mayoría de los susodichos pelos del abrigo andan más cerca del perro que de cualquier otro bicho peludo que dicen haberles vendido.