Capítulo Milésimo quingentésimo quincuagésimo: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió. (Proverbio mongol) Es una pena muy grande, honda, profunda. Y no es para reírse. Lo de que la vida ya no es como antes, que escuchaba en cada sermón de mis abuelos cuando era crío (¡hace tanto de aquello!) y me pasaba los veranos en el pueblo... va a ser verdad, y ahora me entero. La mejor prueba de todas, irrefutable a todas luces, es la ausencia, de unos años para acá, y en claro presunción de desaparición, de alguna canción verbenera que reciba los honores de "
canción del verano".
Es verdad que cada verano tienes su
cancióndelverano, una canción estúpida que, sin embargo, cantamos a la menor ocasión, y que se va apagando poco a poco dejando regusto a playa, sol y vacaciones hasta el año siguiente. Sin embargo, y ya a estas alturas de febrero, por más que hago memoria no logro recordar la del verano pasado. Y mira que lo han intentado hasta con todo un silbido clásico que durante 20 años ha martirizado las mañanas y tardes de la televisión estival, gracias a las repeticiones de
Chanquete, Julia, Tito, Piraña, Javi, Quique, Bea y Desy..., creo que me dejo a alguno. Pero ni con ésas. Ni el remozado silbido de
Verano azul ha logrado reavivar el espíritu de los versos con rima facilona, el compás medido de la música, el bailecito pegadizo por si hiciera falta salir a bailarla con dos copas de más... nada.
Si hemos movido el
cu-cu, hemos cazado el
venao, sentido la
Macarena, comprendido el
aserejé y sabido que se la llevó,
el tiburón, que el tiburón se la llevó, se la llevó, por qué nadie tiene compasión del
probe Miguel, como representante de los nostálgicos y provocan que,
Ave María, alguien nos susurre al oído, como hizo en los 70
Rafaella Carrá que
para hacer bien el amor hay que venir al sur. Ya nadie cree en ser
amigos para siempre, como insinuaban
Los Manolos, nadie se pone
colorado cuando lo miran, que aseguraban las
Papá Levante, se prohíben las
barbacoas como las hacía
Georgie Dann y gritar, a todo trapo,
booooomba, no está bien visto. Lástima, pero hemos perdido un tesoro que será difícil, por muy cíclica que nos pinten la vida, recuperarlo de nuevo.
Ya nada es lo que era.