Capítulo Milésimo quingentésimo nonagésimo noveno: “Los españoles creeremos siempre, y a pie juntillas, todo lo que pueda desalentarnos”. (Julián Marías, 1914 - 2005, filósofo español) Variaciones sobre un mismo tema: el cojón y sus compañías. Si se adosan a sufijos y prefijos éstos modificarán completamente su significado:
acojonarse nada tiene que ver con
descojonarse, y
cojonudo menos con
cojonazos. El tiempo del verbo que los acompañe -aunque sea el mismo- también los cambia. Y mucho. No sólo porque el imperativo suela expresar sorpresa:
¡tócate los…!, sino porque no es lo mismo que alguien
se los toque (incluso algunos se los rascan), a que alguien
te los toque (mucho más molesto sin duda). También será el verbo quien determine su sentido en las frases hechas:
tenerlos es señal de valentía,
ponerlos expresará un reto, especialmente si se ponen encima de ciertos sitios, y
cortarlos suele sonar a amenaza si se refiere a los ajenos, o fanfarronda (más bien
gilipollez) si se refiere a los propios. En cambio, si su compañía es un número, la cosa cambiará en función de la cifra: "uno" significa
caro o
costoso, "dos" suele significar
valentía, y "tres" desprecio. Si el número de ellos es muy grande -y especialmente es un número par- implica dificultad.
Quien hambre tiene con pan sueña. Y sí, justo hasta ahí estoy de tener que trabajar.