Capítulo Milésimo sexcentésimo vigésimo noveno: "Vivir sola es como estar en una fiesta donde nadie te hace caso" (Marilyn Monroe 1926-1962; actriz estadounidense) Están en una pequeña aldea de Suiza, Stein, y se consideran a ellos mismos como los representantes mundiales del
satanismo. Desde su abadía enseñan los
únicos y
verdaderos “
cinco mandamientos” en los que, cumpliéndolos, se ofrece la experiencia de la libertad absoluta… que se logrará: "
haciendo el amor con quien se desee, muriendo como se desee y matando a quienes impidan privar al hombre de estos derechos". Su líder es un francés, Claude Déplace, que predica el
sermón de la montaña pero al revés: "
bienaventurados los violentos, porque de ellos será el reino de la Tierra. Si alguno os golpea en la mejilla, golpeadle a él en la suya”.
Vale, sí, uno, agnóstico convencido, no va a creer en semejantes paparruchas (y más sabiendo que la única religión
verdadera es la de aquí, ¡faltaria!) pero hay días en que a uno le entran deseos irrefrenables de formar parte de tan impetuosa religión y –aunque sólo fuera con la intención de salvarme- cumplir al pie de la letra los preceptos que el tal Claude predica. Así, luego, cuando te vengan pidiendo cuentas de por qué les has metido el dedo en el ojo -o les has dado una buena patada justo
ahí-, poder invocar eso tan apañado de la
libertad religiosa y, echando mano de la cortesía que le debe a tu fe, exigirles el debido respeto al cumplimiento de las sagradas creencias de cada uno.
Para que luego digan que las religiones no sirven para nada. Serán algunas porque otras deben de relajar…bufff