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1641. Miércoles, 23 junio, 2010

 
Capítulo Milésimo sexcentésimo cuadragésimo primero: “Cuando se llega al verdadero escepticismo es cuando por fin se sabe que escepticismo no se escribe con x” (Ramón Gómez de la Serna, 1888-1963; escritor español)

Eija-Riitta, (con dos ies y dos tes), cambió su apellido a Berliner-Mauer al desposar con el amor de su vida: el muro de Berlín (o lo que quedaba de él). Erika (con ka), ex soldado californiana de 36 años, pasó a apellidarse La Tour Eiffel cuando se casó en París, (la elección de la ciudad para el bodorrio no fue motivo de discusión) en 2007, con la famosa torre. A Erika (con ka) las cosas se le han complicado y, aunque dice seguir amando al monumento, actualmente mantiene una relación física con un trozo de valla que encontró en un descampado cercano que guarda, cuida y mima en su dormitorio.

Son sólo dos ejemplos de mujeres (siempre son mujeres –peluche silva y mira al techo) diagnosticadas del Síndrome de Asperger dentro de su espectro autista. Los psiquiatras tienen una explicación convincente de estas actitudes: "quien se enamora de un objeto puede controlar una relación, nunca van a abandonarle, y eso resulta muy atractivo para las personas solas que han sufrido mucho en sus anteriores relaciones y no quieren que les vuelvan a hacer daño".

Y razón tienen, !vaya que si tienen! !Y lo que se ahorran en disgustos!, que no creo yo que la torre Eiffel se enfade mucho -seguro que no dice ni pío- porque Erika (con ka) le ponga los cuernos con la valla. Por ejemplo. Y eso siempre es una ventaja.