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1659. Lunes, 19 julio, 2010

 
Capítulo Milésimo sexcentésimo quincuagésimo noveno: " El matrimonio es una carga tan pesada que se necesitan dos personas para llevarla. Y a veces tres. Alejandro Dumas, 1802-1870; escritor francés)

Durante una buena parte de la Edad Media en España comenzó a extenderse (por, entre otras cosas, llevar la contraria -ley del péndulo- a los hábitos de limpieza que habían tenido los musulmanes los siglos anteriores) una idea de desprecio a la limpieza, que llegaba incluso a considerar hereje a una persona por el simple hecho de lavarse habitualmente. Este poco cariño al agua se acentuó con la llegada del renacimiento, (aquí más por falta de tiempo que por otras historias, que todo el mundo sabe la cantidad de cosas a las que se tenían que dedicar los renacentistas) considerándose el baño como un hecho muy nocivo para la salud y que sólo se podía llevar a cabo si el médico así lo recomendaba. Pero no sólo no estaba mal visto no lavarse, sino que no hacerlo era considerado como una virtud de buen cristiano y noble caballero. Y dando ejemplo, Luis XI, rey de Francia, que en cuanto surgía la ocasión presumía de haberse bañado en toda su vida una sola vez. Y por imposición médica irrevocable bajo peligro de muerte.

Eso sí, estaba estrictamente prohibido realizar ningún esfuerzo cada vez que se tomaba un baño. Y, cosa rara, todos los médicos estaban de acuerdo en exigir el permanecer en cama durante varios días para reposar de tan ardua fatiga y tan perjudicial acción.

Deberíamos dejarnos de tantas moderneces (que no parece que nos lleven a ningún lado) y volver a tomar ejemplo de nuestros antiguos (y sabios) maestros. O mejor, adaptar aquellas viejas normas a la situación actual, es decir, seguir duchándonos todos los días (al final parece que no resulta malo del todo hacerlo) pero respetando escrupulosamente -por prescripción facultativa !por supuesto!- el posterior descanso necesario para reposar de tan ardua fatiga y tan perjudicial acción.

Tradición y modernidad al servicio de la ciencia médica. Ése es el camino. Y los lunes lo veo más claro.