-   


  

1710. Lunes, 8 noviembre, 2010

 
Capítulo Milésimo septingentésimo décimo: “Las ideas deben recibirse como huéspedes: es decir, cordialmente, pero a condición de que no tiranicen al anfitrión” (Alberto Moravia, 1907- 1990; escritor italiano)

Lunes, aquí víspera de fiesta. Después de unos días con cierta claridad vuelvo a entrar al trabajo casi de noche (y eso que mi madre me advirtió de lo malo que era andar en ella). Lo mire por donde lo mire no entiendo el porqué del cambio de hora. No soy experto en economía (no saber dividir con más de dos cifras siempre me ha supuesto un problema para una posible inmersión en cuestión semejante) pero, a simple vista, el ahorro energético que nos venden no me parece tanto cuando tenemos que encender la luz una hora antes por la tarde y por las mañanas no amanece lo suficientemente pronto como para no tener que encenderla. Con este panorama, sólo me dan ganas de hibernar como un osito y despertarme dentro de unos cuantos meses cuando el nuevo horario alargue otra vez la tarde.

Y mira que siento hablar de estas chorradas en vez de hacerlo de las cosas importantes, de esas que tanto interesan -!y de verdad!- a la gente de a pie; pero tengo que ser sincero: es que no he acabado de enterarme muy bien si al final el marido le ha puesto o no los cuernos a la belénesteban... y así no hay quien meta baza. Mea culpa.

Hasta el miércoles pues.