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1629. Lunes, 7 junio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo vigésimo noveno: “Y se me escapa la vida / ganando velocidad / como piedra en su caída" (Jorge Guillén, 1893 - 1984; poeta español)Para celebrar el tercer cumpleaños al frente del país, el rey Jerjes, monarca de la antigua Persia, invitó a algunos cientos de sus más "íntimos" a celebrar una fiesta que, en principio, iba a durar sólo seis meses. Cuando iban por el día 180, séptima jornada interrumpida de una de las juergas "temáticas", Jerjes, que estaba borracho como una cuba, mandó llamar a la reina Vashti ordenándole que bailara desnuda, sólo con la corona puesta, ante la corte. Cuando Vashti se negó, Jerjes, muy afectado por la negativa, la desterró anunciando que después de los seis meses de la fiesta en vigor, comenzaría un concurso de belleza de otros tres años de duración para buscar a la sustituta de la ex reina. Un servidor, tomando nota de tan principal señor reclama después de estos escasos días de asueto, otros tantos para buscar a un nuevo jefe, algo imprescindible después que el actual se negara, a primera hora de hoy, a bailar desnudo. ¡Pero si hasta se ha extrañado de la petición y todo!
1628. Miércoles, 2 junio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo vigésimo octavo: “Cuanto más planifique el hombre su proceder, más fácil le será a la casualidad encontrarle" (Friedrich Dürrenmatt, 1921-1990; escritor suizo) Peluche práctico en otro capítulo dedicado a "c ómo hacer que una pareja dure". Y como siempre la respuesta en El Libro (sí, en ese). Según este tratado de sabiduría sin igual, los varones se clasificarán conforme al tamaño de su miembro (uno está hoy fino) en liebre, toro y caballo, mientras que las mujeres se clasifican, dependiendo de la profundidad de su miembra, en cervatilla, yegua y elefanta. Dando lugar a las tres uniones ideales: liebres-cervatilla, toro-yegua y caballo-elefanta. Ahora, a buscar. 1 de mayo, sábado; 2 de mayo, domingo; 15 de mayo, sábado. Después de semejante catástrofe de mes laboral, mañana ¡por fiiiiiiiiin! es fiesta. Hasta el lunes pues.
1627. Martes, 1 junio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo vigésimo séptimo: “Despedida: extraño momento en que la persona está presente pero ya se echa de menos” (Juan Ramón Jiménez, 1881-1958; escritor español) En 1887, muy poco tiempo después de que fuera probada –y con bastante éxito por cierto- la primera silla eléctrica de la historia, sus fabricantes recibieron un pedido de tres unidades del Negus de Abisinia, en Etiopía, Menelik II. Cumplido el encargo, el emperador abisinio -como podía verse muy comprometido con un programa de modernización de su país-, no pudo llegar a estrenarlas por una sencilla razón: Abisinia no contaba por entonces con energía eléctrica. El emperador, una vez superado el enfado, utilizó aquellas tres sillas como tronos imperiales. Hace unos años (durante un breve ataque de enajenación mental transitoria) y poco después de ver –la primavera es muy mala para estas cosas) el éxito muscular (ajeno) que causaba el uso de unas mancuernas, (unas pesas de esas que tanta cara de estreñidos les ponen a los halterofílicos, pero en pequeñito) sus fabricantes recibieron un pedido de alguien comprometido con un programa de modernización de su cuerpo. Cumplido el encargo, un por entonces joven e inexperto peluche no pudo llegar a estrenarlo por una sencilla razón: aunque su casa sí contaba con energía eléctrica, aquel aparato no estaba provisto de ningún tipo de enchufe, resultando que, para hacerlo funcionar, había que esforzarse. Peluche, una vez superado el enfado, utilizó aquel (infernal) aparato para ponerlo de tope en la puerta de la habitación y evitar que se cerrara cada vez que hubiera una corriente de aire.
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