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1651. Miércoles, 7 julio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo quincuagésimo primero: “El futuro no es lo que era, ahora cualquiera lo predice, Paul Valéry, 1871-1945; escritor francés) A pesar de no ser precisamente escrupuloso, siempre me ha parecido que entrar en un retrete público no deja de tener un mucho de espíritudeaventura. Y no lo digo ya por cuestiones de que aquello esté más o menos guarro -algo que por su propia naturaleza se le supone y por la mía hasta agradezco-, que huela a desinfectante de salas de multicines (¿o es al revés?) o que siempre lleven incorporados de serie a un señor rondando los cien años con artrosis en todas sus articulaciones menos en la de la muñeca y en la del cuello; lo digo por las maquinitas secamanos automáticas que aparecen como setas en todos los retretes y que sustituyen a aquellos inmensos rollos de papel continuo que tanto servicio nos hicieron. No sé yo. Por muchos controles de seguridad que pasen, por muy modernos que sean, por muy bien que le funcionen sus flamantes sensores de infrarrojos (otro tema que daría para un libro) no dejan de ser unos aparatitos eléctricos enchufados en un sitio que suele estar mojado (por varias causas y de diversos líquidos) y en el que hay que acercar unas manos húmedas... Vamos que un descuidín de nada y te quedas más seco que la mojama.. Luego dirán que soy un guarro por secarme las manos en la camisa. Precavido diría yo.
1650. Martes, 6 julio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo quincuagésimo: “Los magos y los políticos tienen mucho en común: desvían nuestra atención de lo que realmente están haciendo” (Ben Okri, 1959, escritor nigeriano) Hay un libro escrito por una matemático y un físico, Larry Weinstein y Adam John, en el que ¡por fin! se resuelve, de una forma científica y demostrable, algunas de las mayores incógnitas que -desde que la humanidad existe- le han quitado el sueño a todo hombre con un mínimo de interés por lo que sucede a su alrededor. Entre los ochenta problemas resueltos no están todos los que son pero, sin duda, si son todos los que están. Sirva uno de ellos como ejemplo: ¿Cuanta gente se está metiendo el dedo en la nariz en este preciso momento? Sabemos que, aunque uno no se meta el dedo en la nariz nunca (¡faltaría!) hay quien sí tiene esa costumbre, incluso conocemos a amigos que lo hacen. Según los estudios este tipo de gente dedica a su actividad unos dos minutos diarios. Cada día tiene 1.440 minutos, la población mundial es de 6.000 millones, por tanto: Es decir, que justo en este momento hay unos 8 millones de personas intentando atrapar algo dentro de sus orificios nasales. Sabiendo datos así uno se queda mucho más tranquilo.
1649. Lunes 5 julio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo cuadragésimo noveno: “No me importa mucho la música, lo que me gusta es cómo suena”. (Dizzy Gillespie, 1917-1993, músico estadounidense) Un famoso empresario estadounidense, P.T. Jartum, exhibía en una de sus barracas un espectacular toro que, según decía, daba saltos mortales y hablaba varios idiomas, Aun valiendo un dólar la entrada –caro para aquellos tiempos-, había una gran cola para verlo. Barnum observó a un hombre deseoso de contemplar a aquel extraordinario animal y le preguntó por qué no entraba. “¿Un dólar?” –replicó el señor. –“Me es imposible. Soy obrero, tengo siete hijos, mujer y suegra, y vivo con 15 dólares semanales?”. “¿Diez personas con 15 dólares? Pase usted gratis, amigo” –le ofreció Barnum-. “Quiero que mi toro le vea. ¡Es usted más extraordinario y más fenómeno que él!”. Ahora que no nos oye nadie.. a pesar de lo que diga día sí y día también, y de lo mucho que despotrico por tener que trabajar, se perfectamente que soy un privilegiado.. porque con los tiempos que corren hay cada fenómeno (a la fuerza) por ahí ….
1648. Viernes, 2 julio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo cuadragésimo octavo: "Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección". (Francis Picabia, 1879-1953, pintor francés)Mientras nos han llenado la cabeza de cosas sin ningún sentido ni utilidad nadie se ha dignado a explicarnos, durante esos largos, muy largos, años de sufrimiento estudiantil que hemos pasado, las cosas verdaderamente útiles de la vida. Por ejemplo, cuando a (casi) cualquiera de nosotros nos hablan de una tal esvástica, automáticamente pensamos es esa cruz gamada que un señor pequeñito y con bigote se empeñó en pasear a la fuerza por Europa. Bueno pues seguro que sí, que sería " eso", no digo yo que no, pero también es, y mucho antes de que el pequeñín con bigote la convirtiera en su cruz, una de las posturas más clásicas que practicaban los hindúes a la hora de coitear, y que se corresponde con el símbolo de un antiguo dios solar de La India. Mucho antes de ser emblema de la Alemania guerrera, la esvástica ya era la posición en la que la mujer, al colocarse a horcajadas sobre el hombre, es capaz de controlar perfectamente todos los movimientos durante el coito. Vamos, que tiene delito que entre conocer cual era el símbolo de unos locos intentando invadir el mundo y la mejor forma de colocarse para sacarle rendimiento a tus ratos de entretenimiento, todos se empeñen en explicarte los detalles de las banderitas del loco bajito ignorando completamente esas otras cosas que de verdad te va a resultar importantes para la vida. Así nos va.
1647. Jueves, 1 julio, 2010
Capítulo Milésimo sexcentésimo cuadragésimo séptimo: "Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee" (Miguel de Unamuno, 1864-1936, filósofo y escritor español.) Un día el matemático español Francisco Sales, le dijo a un alumno que había sacado a la pizarra: "- Veamos si tiene usted talento de matemático; explíquenos paso a paso qué haría usted para freír un huevo, suponiendo que tiene el aceite, el huevo y las cerillas encima del mármol, y la sartén en el armario". El alumno, asombrado, lo describió más o menos así: " - Cogería las cerillas, encendería el fuego, sacaría la sartén del armario, echaría aceite en la sartén, pondría la sartén al fuego, esperaría a que se calentara, rompería luego el huevo, lo echaría en la sartén, ..." A cada paso explicado, el Sr. Sales iba diciendo: " - Bien, va usted bien, siga, siga". Cuando acabó, le dijo al alumno: " - Ahora, explique de nuevo cómo lo haría si tuviese la sartén ya en el mármol". El alumno, más asombrado aún, respondió, más o menos, como antes: " - Cogería las cerillas, encendería el fuego, echaría aceite en la sartén, pondría la sartén al fuego ..." Acabada la explicación, el Sr. Sales le dijo: " - No tiene usted talento matemático; un matemático hubiera contestado: metería la sartén en el armario y aplicaría el método del caso anterior". Ya ves tú, ahora resulta que lo mío de usar la ley del mínimo esfuerzo en todo lo que tenga que ver con el trabajo no es vagancia... es talento matemático. Un talentomatemático que algunos días se agudiza hasta el infinito y más allá. Como hoy.
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