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1741. Martes, 11 enero, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo cuadragésimo primero: “Actuamos como si el lujo y la comodidad fueran lo más importante en la vida, cuando lo único que necesitamos para ser realmente felices es algo por lo cual entusiasmarnos” (Charles Kingsley, 1819 - 1875; novelista inglés)

Hay una corriente (malintencionada ¡por supuesto!) de opinión que proclama –sin ningún fundamento- que ser viejo (y p-o-b-r-e, detalle imprescindible sin el que este comentario no tendría ningún valor) te pone las cosas más difíciles a la hora de ligar. Pues no es así. No hay que tener miedo a envejecer. Aparte de ahorrarte el tener que preguntar el “¿estudias o trabajas?”, en un centro de jubilados se liga exactamente igual que en una discoteca. A grito pelado preguntas "¿cómo te llamas?" y a grito pelado te contestarán “¿qué?” “¿qué como te llamas?”. Vale, sí, la música es algo distinta, pero eso no es más que un nimio detalle si tenemos en cuenta que tanto paquitoelchocolatero como la última de ladygaga tienen las mismas notas musicales. Que tampoco son tantas.

Y con una ventaja añadida, a esas edades, posiblemente por la falta de tiempo, una vez que hay contacto ya no te tocan el culo, te lo rebañan. Lo cual, tampoco es mala cosa visto que no está uno en el mejor momento para andar perdiendo el tiempo.