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1758. Jueves, 3 febrero, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo quincuagésimo octavo: “Quieres un buen consejo para tu éxito en la vida? Ayuda a los otros a sujetarse la careta”. (León Daudí, 1905-1985; escritor español)

Entró pisando fuerte y con cara de satisfacción, pero lo único que consiguió fueron los diplomáticos saludos de rigor. Nadie se había fijado en su cambio. O mejor, nadie había querido fijarse. A mi, alma sensible por naturaleza, me da un poco de pena y decido ponerme digno. Yo solo, con mis manitas y mi tricotosa, me planteo elaborar una entente cordial con ella, que qué bien me cae esta chica qué lista es y qué centrá. Pero no hay manera, apenas le hablo de las morcillas y me manda a que me las tome. Y la comprendo. Las cosas no son así. Si te gastas la paga extra de tres años y encima te tienes que pasar tres semanas dándole sorbitos al caldo de jamón Aneto, es para que se te note y no para que te ignoren.

Y, ojo, que cada uno tiene el derecho de hacer con su cuerpo lo que quiera/pueda. Dios me libre de decir lo contrario, pero haberse puesto colágeno en el morrillo para que cuando vuelves luego al trabajo una panda de insensibles no te llame ni drag queen tiene que ser desesperante. Pobrecita mía.