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1759. Viernes, 4 febrero, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo quincuagésimo noveno: “Dime lo que deseas cuando te hago un oral. Pero sólo en una o dos palabras, como "más" o "ahí mismo". Una oración completa arruina el momento" (José J. Martín, 1970, funcionario)

Sin rodeos. Las personashumanas hombres (los tíos) somos una cosa muy triste. Como organismo pluricelular digo. Y no es que me haya pasado al lado oscuro de la antimisoginia militante. No. Pero es la pura verdad (lo que é, é). Sobre todo si hablamos de la capacidad, más que teórica, que tienen nuestras congéneres (las tías) a la hora de poder disfrutar del coiteo. Y no hace falta acudir a la maldición bíblica (pu-ta-da) de tener el periodo refractario obligatorio entre uno y otro, (desgracia que ellas, al menos fisiológicamente, no sufren), sino también en cuestiones de calidades.

Que se sepa, hasta el momento, en las partes pudendas femeninas han encontrado cuatro puntos, cuatro (A,G,K y U) que, bien manipulados, pueden ponerlas en orbita. Y digo “hasta el momento” porque está claro que cada vez que un investigador se calza el casco de espeleólogo y se interna en tan desconocida zona, encuentra algo nuevo. Tampoco es raro que esté (casi) todo por descubrir, históricamente el tema del disfrute femenino ha importado más bien más bien poco y lo cierto es que sus avances y descubrimientos se han debido, generalmente, a golpes de suerte y casualidades.

En cuanto a los hombres (tíos), al menos alfabéticamente, apenas contamos con una letra a la que, encima, por su situación, la mayoría de las personashumanas hombres sólo disfrutarán a partir de los cuarentaytantos, una vez al año y en un sitio tan poco inspirador como la consulta del proctólogo.

¡Qué mal repartido está el mundo, coño! Y nunca mejor dicho.