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1768. Jueves, 17 febrero, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo sexagésimo octavo: “No hago ningún tipo de ejercicio. He elegido anquilosarme como opción vital”. (Woody Allen, 1935; cineasta estadounidense)

Las dos de la mañana. Si te tapas tienes calor, si te destapas te hielas. Es lo que tienen los edredones nórdicos de plumas (mejorando lo presente). A esas horas, uno se devela y la cabeza empieza a dar vueltas con cuestiones metafísicas que nunca se te hubieran ocurrido de andar soñando lo que es debido: que te conviertes en el objeto sexual de una banda de fornidos y rudos hombres balcánicos, entregados a la lujuria. Por ejemplo.

Pero la realidad es más prosaica y son otras cosas -bastante más ordinarias- las que acaban invadiéndote a esas horas de la madrugada. Así, y mientras empezaba a cerrar un ojo me acordé de la frase -poesía en estado puro- que a menudo pronunciaba la actriz Bette Midler y que resulta ser uno de esos raros axiomas que acompañaron, acompañan y acompañarán a la mayoría de los hombres desde que el mundo es mundo.



O desde antes, incluso.