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1778. Jueves, 3 marzo, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo septuagésimo octavo: “Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él. (George Bernard Shaw, 1856-1950; escritor irlandés.)

Hipócrates, el padre de la medicina, tenía una receta infalible para que las jóvenes griegas conservaran su figura: columpiarse. Pero además del uso lúdico, ha tenido sobre todo un sentido religioso. En Grecia estaba vinculado a ciertos ritos dionisiacos, y de hecho, se atribuye su invención al Baco griego. En el cuadro “El descenso a los Infiernos” aparece la heroína Fedra columpiándose, hecho que algunos relacionan con el mito del sube y baja , que representa el impulso que tiene el hombre hacia lo divino. En las culturas agrícolas del este de Europa (Letonia, Rusia..) era un elemento mágico. Las jóvenes cantaban canciones sentadas en el balancín creyendo que tenía el mismo efecto que las plegarias a los dioses en la protección de las cosechas.

Visto lo cual, por muy ergonómica que sea, por muchos apoyos para la espalda que se adapten a las curvas de tu cuerpo, por mucha baja densidad de la espuma en el que vas a poner el culo, por mucho sistema neumático con gas para subir y bajar que tengan, que no nos engañen, el peor columpio siempre es más recomendable que la mejor de las sillas.

Columpios en el trabajo ya. La salud ante todo.