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1843. Martes, 14 junio, 2011

 
Capítulo Milésimo octingentésimo cuadragésimo tercero: "Reza cuanto quieras, pero no dejes de remar hacia la orilla”. (Proverbio bielorruso)

Nobilísimos señores,
escucharme por un rato
para que pueda contar
las cosas que van pasando.
Porque al distinguido auditorio
hoy he venido a agradar
con un romance moderno
que les tiene que gustar.
Por eso, escuchen mi historia,
si no les enfada oírla
que, a fuer de honrado, prometo
que no ha de ser muy pesada
pues la brevedad es virtud
y más en cosa aclarada.
Allá va, pues, el romance
en que enumero y describo
los hechos de la semana
como puntual testigo.
Como grandes acontecimientos
vive el mundo en estos días
y la actualidad depara
tan importantes noticias
que duda mi torpe lengua
cuál ha de ser elegida.
Podía empezar, señores,
el romance que les traigo,
con aquello del poeta,
que viene pintiparado.
y es que si se fue ayer,
el mañana no ha llegado.
Híbrida es la situación,
en un interregno estamos,
según en este romance
pienso dejar demostrado
La verdad es que no sabemos
hoy a qué carta quedarnos
y, como comentan, está
la pelota en el tejado.
Que muy varios son los sucesos
que esta fecha depara,
más de callar no son tiempos
y otorga, dicen, quien calla
Aunque aquí no se hallará glosa,
yo a los hechos me remito,
que sólo con exponerlos
ellos hablan por sí mismos.
Pero dejemos los discursos
y ya a los hechos vengamos
que las cosas que suceden
por sí solas hablan claro
Si bien llegado a esta estrofa
y ya que todo está dicho
con claridad meridiana
punto final pongo aquí,
aquí el romance se acaba,
paciente es la concurrencia
y yo no quiero cansarla
punto final pongo aquí,
y mi romance termino.
Y al despedirme de ustedes,
perdón por mis faltas pido.

Pocas cosas tan importantes y, sobre todo, tan profundas, pueden decirse de forma tan breve. !Ya puedo ser tertuliano!