Capítulo Milésimo noningentésimo noveno: "Atragantado por su propias palabras, orador suspende acto público político” (Resumen de agencias) Variaciones sobre un mismo tema: el
cojón y
compañía. Quien hambre tiene con pan sueña. Si se adosan a sufijos y prefijos éstos modificarán completamente su significado:
acojonarse nada tiene que ver con
descojonarse, y
cojonudo menos con
cojonazos. El tiempo del verbo que los acompañe -aunque sea el mismo- también los cambia. Y mucho. No sólo porque el imperativo suela expresar sorpresa:
¡tócate los…!, sino porque no es lo mismo que alguien
se los toque (incluso algunos se los
rascan), a que alguien
te los toque (mucho más molesto sin duda). También será el verbo quien determine su sentido en las frases hechas:
tenerlos es señal de valentía,
ponerlos expresará un reto, especialmente si se ponen encima de ciertos sitios, y
cortarlos suele sonar a amenaza si se refiere a los ajenos, o fanfarronada (más bien gilipollez) si se refiere a los propios. En cambio, si su compañía es un número, la cosa cambiará en función de la cifra:
uno significa caro o costoso,
dos suele significar valentía, y
tres, desprecio. Si el número de ellos es muy grande -y especialmente es un número par- implica dificultad.
Y sí, justo hasta tan apañados (lingüísticamente hablando)
conguitos estoy de que me los toquen cada vez que tengo que trabajar. Y sí, justo tocármelos bien tocados es lo que voy a hacer todo este
puente que se avecina. Buenos días y hasta el miércoles.