-   


  

1895. Viernes, 7 octubre, 2011

 
Capítulo Milésimo octingentésimo nonagésimo quinto: " Por mucho que dominemos varias lenguas, es inutil, a la hora de pegar un sello sólo podemos utilizar una” (Alberto M., 31 años; comercial)

Una duda me corroe desde que mi bienquisto elpaseante mencionara la noche de bodas de la señoraduquesade alba con su arriesgado caballero. Sin embargo, por más que he mirado, preguntado y rebuscado no he sido capaz de obtener respuesta a un (muy importante) detalle del asunto más lidiado en estos días: ¿se hizo un depilado integral la señoraduquesadealba con vistas a su tan deseada noche de bodas y a la (feliz) coyunta que suele acompañar dicho evento?

No es asunto banal. A lo largo de la historia el tema pelo ha sido casi obsesión entre las señoras importantes. Las egipcias, Nefertiti un suponer, o la Cleopatra aquella, sin ir más lejos, se lo depilaban todo, pero lo que se dice todo, de arriba abajo; no sé si sería por estética, por capricho de los faraones o por el piojo verde y la invasión de las (simpáticas) ladillas, pero se los quitaban todos. No diré yo si es más moderno la depilación o la pilosidad, porque no lo sé, pero creo que hay personas estrechas y reprimidas, liberadas y concienciadas con pelo y sin pelo, gente moderna con matorrales y gente antigua que se pasa la vida afeitándose la hernia con navaja barbera, jabón y brocha.

En todo caso, la depilación (sobre todo si es por partes: -axilas, cejas, pantorrillas, ingles, etcétera-), es un pasatiempo honesto y que bien puede servir para no estar todo el día leyendo blogs o escuchando a la belénesteban (tanto monta), que todo cansa.

A mí, particularmente, me gusta todo sin pelos; cuestión de comodidad. Uno tiene que estar a lo que tiene que estar sin tener que andarse preocupando de lo que se lleva -o no- a la boca. Nada más antiestético que enmitadde, un pelo trastee por el paladar. Por muy bien que esté su donante y/o donanta. Como, evidentemente, es el caso.

De todas las formas apuesto porque el nuevo señorduquedealba no habrá tenido semejante problema a la hora de consumar en su apasionante, emocionante y (es fácil de imaginar) que conmovedora noche de bodas. La alta cuna siempre ha estado a la última. !Faltaría!