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2045. Miércoles, 20 junio, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo cuadragésimo quinto: “Su mirada cambió y fue a arrodillarse junto a ella: “No eres la misma que solías ser. Solías ser mucho más muchosa. Perdiste tu muchosidad” “¿Mi muchosidad?” Y le señaló el corazón: “Ahí adentro. Falta algo” (El Sombrerero Loco; Alicia en el País de las Maravillas)

Un hombre que se tenga como tal ha de desempeñar en la vida de una mujer las siguientes funciones:

Primera (y más importante): saberla hacer feliz en el terreno amatorio (tradúzcase aspecto coital o himenéico)

Segunda (también muy importante): cubrir todas las necesidades monetarias, tales como viajes alrededor del mundo, trajes de grandes marcas, diez o doce casas fantásticas y varias personas a su disposición durante día y noche para satisfacer el menor de sus caprichos.

Tercera (que no se queda atrás): saber ser su amigo, saber escuchar todo lo que tú tengas que decir y parecerle la persona más maravillosa e inteligente del mundo.

Si el hombre no cumple estos tres requisitos fundamentales, es un inútil, un mediocre y un cerdo, por lo que llegamos a la conclusión siguiente: toda mujer que no encuentre en su vida este "mirlo blanco", debe buscar por separado a estos tres hombres; es decir, un buen amante, un señor con (muchos) posibles y un fenomenal amigo. Teniendo estos tres hombres a su disposición, puede llegar a ser tan feliz como si tuviera al "mirlo", sólo que es un poco más ajetreado. !Ah! y por mucho que se hagan las ofendidas cualquiera firmaría.

Yo el primero.