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2112. Viernes, 26 octubre, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo centésimo duodécimo: " Todos los senderos tienen más tramos cuesta arriba que cuesta abajo, independientemente del sentido de la marcha” (Ley de Shedenhelm)

Pensando en que estamos inventando la pólvora se ha puesto de moda reciclar. Nada nuevo. Hay otros pueblos, otras culturas, que aunque a primera vista parezcan mucho más primitivos que nosotros nos dan lecciones en algo tan importante para el futuro de la humanidad como es el reutilizar, compartir y aprovechar los recursos que la naturaleza pone a nuestro alcance.

Existe una tribu perdida por el Amazonas, los Koraba, descubiertos por casualidad en 1989 por un tal Marco Valdés ( y un pelín agresivos todo sea dicho, -en 1992 mataron a 12 sacerdotes brasileños empeñados en acercarse demasiado) que son un verdadero ejemplo del espíritu ecologista que nos debería de invadir a todos: "nada se tira, todo se aprovecha".

Sus adolescentes se inician en un rito de "madurez" consistente en ingerir el semen de sus abuelos paternos mediante felaciones continuas durante tres días. ¿El fin? Nada lúbrico !por supuesto!, sino el de traspasar la semilla de la vida y la experiencia a las generaciones más jóvenes y no desperdiciar el gran tesoro que significaría no aprovechar las "enseñanzas" de nuestros mayores, presentes, por lógica, en el fluido por excelencia de la transmisión genética. Reciclar.

Cuando una mujer queda embarazada debe ser "cubierta" por todos los demás varones de la comunidad, única forma de que el futuro nacido sea un miembro homogéneo de la tribu. Compartir.

Y naturalmente, cuando uno de sus miembros muere, nada de malgastar su cuerpo quemándolo o enterrándolo. Es descuartizado y cocinado para servir de alimento a la comunidad y así preservar el alma del difunto dentro de la tribu. Aprovechar.

Nunca hay que tirar nada. En cualquier tiempo -y más en estos de crisis-, reutilizar es de inteligentes, compartir es de sabios.