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2115. Miércoles, 31 octubre, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo centésimo decimoquinto: "No perdamos nada de nuestro tiempo; quizá los hubo más bellos, pero este es el nuestro”. (Jean Paul Sartre, 1905 - 1980; filósofo francés).

De un solo mordisco, Renato, ornado la tetina izquierda con la corona de su arco dental, mató seno y sirvienta que le amamantaron; con un rabo de buey desolló a su padre hasta ponerle en cuero los riñones; a su madre la mató del último y definitivo disgusto; sus tres hermanos fueron entregados a la voracidad de los insectos hambrientos y drogados; sus cinco hermanas murieron a causa de las violencias que sufrieron, y los cuatro abuelos, por respeto a su longevidad, orgullo de la comarca, fueron indultados de la muerte y enterrados vivos.

Renato, en declaraciones a varios programas de televisión relató con pelos y señales sus acciones mientras los distintos entrevistadores ponían de manifiesto su asombro a que el protagonista de la historia realizara todo el trabajo en dos horas, treinta y dos minutos y doce segundos, plazo comprendido entre el mordisco a la nurse y la última paletada de tierra caída sobre el foso donde se agitaban sus abuelos, batiendo por lo tanto el record mundial de extinción de familias que poseía el estadounidense Johan Killer.

Debido a las notables audiencias conseguidas durante la entrevista, tanto Renato como sus vecinos, amigos y la cajera del super en el que habitualmente compra, están recibiendo multitud de ofertas para incorporarse como tertulianos fijos en la recientemente creada sección “Renato, sálvame que te mato”.

Y me voy depuente. Hasta el lunes pues.