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2121. Martes, 13 noviembre, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo centésimo vigésimo primero: "Realidad" siempre deberá ir entre comillas. (Richard Buckminster, 1895 - 1983; diseñador estadounidense)

Se abre el telón. La escena representa la salita de estar-comedor en un piso de las afueras de cualquier ciudad, comprado en in-cómodos plazos mensuales. En escena está el padre y la madre. El primero lee El País y la madre ve Telecinco. Entra el hijo, estudiante de unos dieciocho años que echa horas en un burger y que, además, saca muy buenas notas. Se sienta y lee un libro. Al rato entra la hija, algo menor que su hermano, y besa cariñosamente a su madre antes de ponerse a estudiar el examen que va a tener la semana que viene. Poco después, la madre sirve la cena: sopa de sobre, pollo de corral con ensalada y fruta. Conversan animadamente. Retiran la mesa después de cenar y todos, felices y contentos, ven la televisión. Al acabar la película todos se van a dormir. La escena queda a oscuras. Se oyen cuatro sucesivos rumores del agua del retrete que limpia los excrementos depositados puntual y ordenadamente por los miembros de la familia. Un silencio expresa al cabo de un rato la dulce paz espiritual en que se ha sumergido el hogar.

Cae el telón, un telón agitado por los insultos y las violentas protestas de los espectadores que no toleran ni comprenden el moderno teatro del absurdo.