-   


  

2263. Viernes, 5 julio, 2013

 
Capítulo Dosmilésimo ducentésimo sexagésimo tercero: "Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga". (Victor Hugo, 1802-1885, escritor francés).

Por más que nos cuenten o nos digan que los únicos afrodisíacos que necesita una pareja son la comunicación y la variación, experimentar otros seguro que nunca viene mal. Como decía un profesor de esos que aprobaban siempre -alguno queda-: "por comer chocolate no salen granos, pero si cuando comes chocolate te salen granos: no comas chocolate". Pues igual.

Aquí van tres muestras de afrodisíacos históricos, poco conocidos y fáciles de conseguir.. de toda la vida, vaya.

La sopa bullabesa: combinación de mariscos y especias. Cuenta la leyenda que fue la mismísima Venus la que la inventó para así avivar el fuego de su marido, Vulcano, que no cumplía como debía.

La braguette: variedad de pan descendiente directo de los panes con forma de pene que se fabricaban y consumían en la era precristiana. En zonas como Siracusa o entre los pueblos germanos del norte se horneaban con forma de vulva, pero con los mismos poderes.

El laurel: típico de la cuenca mediterránea, asociado desde siempre a la virilidad motivo por el que se coronaba con coronas de estas hojas a vencedores, tanto atletas como guerreros.

Lo mismo que la frase del chocolate: "por comer bullabesa, braguette o laurel no vas a rendir mejor, pero si comiendo bullabesa, braguette o laurel, rindes mejor.. pues a comer bullabesa, braguettes o laurel... !Ea!"