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2328. Jueves, 7 noviembre, 2013

 
Capítulo Dosmilésimo tricentésimo vigésimo octavo: " La experiencia es algo maravilloso, nos permite reconocer un error cada vez que lo volvemos a cometer Franklin P. Jones, 1908 - 1980; periodista estadounidense)

Uno, como buen chico de barrio periférico de provincias, acostumbrado a ser finalista en los concursos para ver quien meaba más lejos (Paulino nunca te pude ganar, te odio lo se pas) nunca ha tenido problemas de ese tipo, pero tengo que reconocer que para los que les cuesta mear/orinar/miccionar en la calle, tener que aguantarse hasta encontrar un aliviadero que le satisfaga, debe de ser una cosa muy complicada.

¿Soluciones?, pues no hay muchas, lo primero claro beber menos, sobre todo si lo que bebemos es diurético como el café o el té, pero siempre la costumbre es la que acaba marcando el ritmo, si uno se acostumbra a mear a horas fijas y a intervalos regulares de 1 o de dos horas, la vejiga se acaba fortaleciendo y la podremos controlar mucho mejor.

De todas formas si uno viaja mucho y es un poco escrupuloso, nada de elegir el cagadero a ciegas entrando en el primero que vea, que las sorpresas pueden ser de infarto, mejor planificarlo todo por si las moscas para poder elegir el ambiente que nos pueda satisfacer a la hora del alivio.

Para ello nada como descargarse una buena guía de urinarios/meaderos, algo verdaderamente práctico a la hora de planificar perfectamente el sitio más conveniente para aliviarse. Y hacerlo como en su propia casa.

Aunque donde esté la calle frente a una buena tapia...