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2484. Jueves, 24 julio, 2014

 
Capítulo Dosmilésimo cuadringentésimo octogésimo cuarto: “Los avaros deberían morir de cálculos". (Proverbio sueco)

Algunas especies, especialmente de arañas, practican la matrifagia: comerse a la propia madre. La hembra de la especie Stegodyphus lineatus, por ejemplo, terminan siendo devoradas por sus crías, que se lanzan sobre ella al poco de nacer.

Así narrado parece una orgía de canibalismo arácnido digna de cualquier película de terror para la hora de la siesta. Sin embargo, todo depende de cómo se cuenten las cosas. Resulta que ese gesto es la única manera que tiene la madre de aportarle a las crías la dosis de nutrientes necesarias para que puedan sobrevivir y salir adelante. Y ella, un bicho feo, irracional y que produce más asco que otra cosa, encantada de sacrificarse.

Las madres, además de ser las personas del mundo con más de dieciséis gigas de memoria (son capaces de acordarse de la lista de la compra, de los cumpleaños de toda la familia, de las enfermedades de los hijos -por muy familia numerosa que sea- y hasta de lo que se gastó en luz los últimos cinco años mes a mes.. que no lo sabe ni uniónfenosa -por cierto, que podían contratar a cien madres leyendo contadores y se ahorrarían el sistema informático-), las madres digo, son capaces de cualquier cosa por sus hijos. Aunque algunas sean unos bichos.