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2496. Martes, 2 septiembre, 2014

 
Capítulo Dosmilésimo cuadringentésimo nonagésimo sexto: "Terminar de leer libros malos es como engordar con comida que no nos gusta". (Hector Abad, 1958, médico colombiano).

Cuando llegas por primera vez al colegio ves a los niños más grandes del cole como muy grandes, como que te falta mucho para llegar a ser tan grande. Pero cuando menos te lo esperabas !zas!, tú ya eres uno de ellos, por más que nunca tengas la sensación de ser tan grande, ni parezca que haya pasado tanto tiempo. Cuando llegas a la universidad tres cuartos de lo mismo. Parece que estás rodeado de gente que coge las riendas de su existencia, con las carreras que les gustan, con sus propios coches, con su propia vida. Y cuando menos te lo esperabas, ¡zas!, tú ya eres uno de ellos.. pero ni tan siquiera sabes conducir, ni estás en la carrera que te gusta, ni, por supuesto tienes la sensación de llevar las riendas de tu vida. Desde ahí ves los treinta como una edad lejana y que cuando llegues a ella ya te habrás convertido en una persona responsable, madura, con un trabajo importante y una familia de serie de televisión americana. Y ¡zas!, otra vez de bruces con la realidad. Y lo mismo con los cuarenta, los cincuenta, los sesenta. El tiempo es implacable, el tiempo no espera a nadie. El tiempo nunca pone las cosas en el sitio que nos habíamos imaginado, simplemente nos lleva a la realidad.

Al menos nos queda el consuelo de que el tiempo es igual para todo el mundo. Un consuelo de mierda, sí, pero un consuelo al fin y al cabo.