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2456. Jueves, 5 junio, 2014
Capítulo Dosmilésimo cuadringentésimo quincuagésimo sexto: “A fin de vivir libre y feliz, debe usted sacrificar el aburrimiento. Y no siempre es un sacrificio fácil". (Richard Bach, 1936, escritor estadounidense).
Estambul, Bursa, Esmirna, Efeso, Pamukkale, Hierápolis, Konya, Capadocia. Desde esta tarde y hasta el 14 de junio andaré (me llevarán) por Turquía. Que en junio es (bastante) más barato y estamos en crisis.
Detenernos, respirar y mirar alrededor, que el mundo no se va a acabar si hacemos una pausa. Hasta el 16 pues.
2455. Miércoles, 4 junio, 2014
Capítulo Dosmilésimo cuadringentésimo quincuagésimo quinto: "No digas nada en línea que no querrías que fuera expuesto en un anuncio panorámico con tu cara puesta en él". (Erin Bury, 1976, empresaria estadounidense).
Cosas para las que sí sirve el facebook según quien el tipo de persona que lo usa:
El altruista, que postea todo en su muro bajo la letanía de "Por favor, copia y pega esto en tu muro.. puede servirle a algún amigo enfermo y bla, bla, bla”. Como si esa información fuera a curar a alguien y de paso convertirla a ella en un mejor ser humano. Que se metan en alguna ong y dejen de chantajearnos innecesariamente.
El narcisista, encantado de subir fotos que se toma el mismo con el móvil en cualquier espejo que se precie (mejor el del baño) posando con poca ropa y boquita de arenque
El party-animal, aquel que cada vez que bebe decide subir todas las fotos de la borrachera debería haber alguna norma del tipo "si bebes no escribas estupideces", lo agradeceríamos.
El adicto, que vive pegado al ordenador jugando a todo tipo de aplicaciones insistiendo en que le cuides su piedra (o algo parecido) mientras va a mear.
El empresario, con la idea de que fecebook está hecho para que el promocione su negocio. No sólo se pasa el día subiendo información de sus productos sino que espera el momento perfecto (o sea, continuamente) para que le compres algo.
El familiar, al que le fascina subir cada detalle de la vida de sus hijos, como si de verdad estuviéramos interesados en saber el color de la mierda de pablito o si ya gatea dos escalones. En vez de postear gilipolleces deberían de gastar el tiempo en jugar con ellos.
¿Quién dice que el facebook sólo vale para cotillear?
2454. Martes, 3 junio, 2014
Capítulo Dosmilésimo cuadringentésimo quincuagésimo cuarto: “Cita siempre los errores propios antes de referirte a los ajenos”. (Noel Clarasó, 1899 – 1985; escritor español)
He ido a pocas bodas porque, salvo que me mande la invitación el abogado de alguno de los novios detallando las consecuencias legales por ausencia, no suelo aceptar invitaciones de ese tipo; pero en las pocas que he ido siempre he notado lo mismo: lo único que está bien organizado, o al menos que se cumple a rajatabla en todas y cada una de ellas es el reparto de los idiotas: siempre ponen uno en cada mesa.
Mínimo.
2453. Lunes, 2 junio, 2014
Capítulo Dosmilésimo cuadringentésimo quincuagésimo tercero: “La tristeza del alma puede matarte mucho más rápido que una bacteria”. John Steinbeck, 1902-1968; escritor norteamericano).
El extravagante médico estadounidense John Harvey Kellogg (1852-1943) es célebre por haber introducido los cereales tostados en el desayuno. Sin embargo, esta fue solo una de las muchas anécdotas que jalonaron una vida llena de excentricidades. No quiso consumar jamás su matrimonio, pero crió junto con su mujer a más de cuarenta niños. Además, abogaba por circuncidar a los recién nacidos para evitar que se masturbaran de mayores y defendía el uso de fenol puro en el clítoris para erradicar el deseo femenino.
Muchas de estas ideas eran aplicadas en su sanatorio de Battle Creek, en Michigan. Quienes ingresaban quedaban sometidos a una dieta vegetariana y a continuos ejercicios físicos: carreras, flexiones, inmersiones.
Casi todos los días, los internos eran conectados a una máquina que les inyectaba más de 50 litros de agua en los intestinos. Acto seguido, tenían que ingerir medio litro de yogur, mientras otros tanto se les administraba por vía rectal. El doctor Kelogg defendía esta praxis para plantar "los microbios protectores en el sito en el que son más necesarios y puedan prestar un servicio más efectivo". Para él, la clave de la longevidad estaba en la flora intestinal.
Y luego aquí algunos desocupados todo el día quejándose de la sanidad pública, de que le han mandado ¡supositorios! y de lo mala que sabe la pastilla contra el colesterol. ¡Hambre tenían que pasar! que decía mi abuela.
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