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2582. Martes, 20 enero, 2015

 
Capítulo Dosmilésimo quingentésimo octogésimo segundo: “Si la raza humana quiere irse al infierno, la tecnología puede ayudarla a ir en reactor. No cambia ni el deseo ni el destino, pero puede acortar muchísimo el viaje”. (Irvine Welsh, 1958, escritor británico).

Un oficio es básicamente a lo que dedicas la mayor parte del día, eso que se te da mejor, en lo que eres un auténtico maestro, lo que te gusta, para lo que has estudiado y te has preparado. Por eso, admiro a los camareros de restaurante de comida rápida (y lo de restaurante es por decir algo). Lo suyo sí que es vocación. Que hay que tener mucha para aguantar todos los días el pestazo a fritanga que se pega como una sanguijuela, para tener que pringar los fines de semana hasta las tantas, para aguantar clientes estúpidos que creen que educación es una especialidad médica, y, sobre todo, hay que tener mucha vocación y amor a un oficio para llevar esos uniformes con gorritos que el resto de la humanidad no le pondríamos ni a nuestro peor enemigo.

Y por eso, qué menos que, desde aquí, un sincero homenaje a su fuerza de voluntad y sacrificio.