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2595. Viernes, 6 febrero, 2015

 
Capítulo Dosmilésimo quingentésimo nonagésimo quinto: “El punto G hay está en el oído, buscarlo en cualquier otro lugar es perder el tiempo”. (Isabel Allende, 1942 escritora chilena).

El ritual se inicia cuando la hembra de serpiente de jarretera de flanco rojo acaba su etapa de hibernación y entra en celo. En ese instante libera una feromona que es detectada por los machos que están cerca y, de inmediato, éstos comienzan a buscarla desesperadamente. Así se inicia una especie de orgía en la que los cuerpos de estas culebras se enredan en un gigantesco y ardiente enjambre. Durante esta fiesta llena de excesos, los machos, que ¡encima! tienen dos penes, intentan introducírselos como sea a la pobre serpienta que puede quedar aplastada a la vez bajo más de cien machos.

Pero en este retozamiento amoroso hay otros que también se aprovechan. En todas estas bolas lúbricas siempre hay unos cuantos machos capaces de emitir las mismas ferormonas que las hembras, algo que engaña a otros machos atrayéndolos hacía ellos, con la única intención, según los biólogos, de disfrutar más intensamente de la orgía (como tontos estos serpientos).

Ocurre cada año en los primeros días cálidos de la primavera, al final de abril y las primeras semanas de mayo. Y ocurre en Manitiba, Canadá, un lugar en el que hacen su agosto los viajes organizados para turistas organizados con el único y singular fin de ver lo mejor posible esta peliporno. Hay mucho pervertido por ahí.