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2821. Jueves, 11 febrero, 2016

 
Capítulo Dosmilésimo octingentésimo vigésimo primero: “Trabajar para ganarse la vida está bien, ¿pero por qué esa vida que uno se gana trabajando tiene que desperdiciarla trabajando para ganarse la vida” (Mafalda, 1964, estudiante).

Una de cada diez personas se queja de dolor de espalda. ¿Qué hacen para evitarlo? Nada, al contrario: son incapaces de modificar una de sus principales causas: lavarse.

Para llamar la atención sobre el problema, la C.I.I.E.H.D. (Confederación Internacional de Indignados Esbeltos y Herniados Discalmente) ha amenazado con boicotear por medio de una campaña internacional las instalaciones higiénicas caso de, a la mayor brevedad posible, no se cambien los lavabos y se coloquen unos nuevos a la altura correspondientes a sus estaturas.

Es verdad, antes éramos más bajitos y colocar los lavabos a la altura estándar de la media podía estar bien. Pero ahora los usuarios, que están más altos y esbeltos, más y mejor alimentados física y espiritualmente, tienen que doblar el espinazo para realizar sus abluciones en dichos lavabos con las lógicas molestias para sus hernias discales que arrean unos calambres que desatan los zapatos.

Las peticiones que son justas, son justas. La salud es lo importante.