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2888. Jueves, 2 junio, 2016

 
Capítulo Dosmilésimo octingentésimo octogésimo octavo: “- Caperucita: !Y qué dientes tan grandes tienes! - Lobo: !Son para comerte mejor! Y el lobo se la comió”. (Caperucita Roja, 1697; Charles Perrault, 1628 – 1703; escritor francés).

Hay días que no me resisto. Que no estoy de acuerdo y me da por protestar. ¿Qué tendrá que ver la vida con un teléfono móvil? ¿Por qué la mentira, esa herramienta tan fácil de usar y tan difícil de dejar de usar, se lleva tan bien con el guasap? ¿Por qué hay tantos que piensan que un mensaje de texto en el que te dicen tequiero es igual que un abrazo? ¿Acaso esos 140 caracteres pueden ser algo remotamente parecido a mirarse a los ojos y saber que merece la pena seguir y que habernos mentido hay que olvidarlo cuanto antes?

Ya sé que todo cambia y eso de la comunicación ya no es lo que era, pero !cómo echo de menos los berridos de la señora Puri desde la ventana para que joséeeeeeejavíiiiiiiii subiesen a por el bocadillo de chocolatecontulipán!